Desnudas hieles
Desnudas hieles, con coraje ya vencidas
aleve centro, de prisión, amanecida,
de robo amague, y distancia esclarecida
vuelta en el plectro, de alas en las vidas…
Sostén de brumas, caución de oro fragante
del hielo hechizo, del tamo mascullante,
del soplo airado, la fértil ceremonia,
del lobo adusto, gimiendo la memoria…
Fértil hechizo, de encanto muy bizarro,
lento lentisco, de armas endiablado,
junto a la histeria, de bóvedas de sarro,
en otros lobos arduos, de sombras y de prado…
Praderas infinitas, ya sïenten los maizales,
las gotas que las aguas, quimeras, a raudales
estocan alba y dieran, los peces de sus claustros,
solicitando empellos voraces a sus astros…
Ya bóveda celeste, que enseña los arrobos,
de gentil boca fuera, alados los cabestros,
de llantos y de plagios, que lúdicos ancestros,
no vuelan a sus llanos, ó por batir adobos…
De mi semblante ígneas, botellas son tempranas
ó bellas del oriente, tan céfiro lo guardas,
en otros aranceles, de bridas ó de guardas
sutil llamado esboza, perfectas horas vanas…
Privanza u oportuna, destitución del Arte,
por mano enamorada, ó por batir, la fiebre
del canto de la liebre, del mudo jayán darte,
confrontación del arte, que muere en otro Arte…
Y con el arte fuera, el venerado intento,
que busca asir momento, del vate que respira:
no claudicando estrellas, a estrella que te admira,
sin porvenir, adusta, al arte que sustento…
Y por batir el viento, no por tomar el aire:
no es vivo aquél donaire, de brillos en mis cauces
vanagloriando estrellas, ó soles tan fugaces,
como las alas vuelven suspiros su desaire…
Privanza y oportuna, caución del oro ciego,
del último destello, indomeñoso arribo,
conjugación amante, del rostro del estribo,
en otras alas duermen, aristas que refriego…
Y por blandir las alas, hendidas en lo Alto,
por coronar apremio, y Saltos, de su Salto,
en mudos cautiverios, y rostros por esposo,
la búsqueda es el hielo, del aire ponderoso
que brilla en los altivos, catalogando diestras,
del rostro de centellas, do buscas mis palestras
sortear de mis encargos, aquellos mares, Liras,
que vuelven los lugares, deslumbramiento, piras…
Y soles en lo alto, de tan mudas bellas:
encienden con coraje, desnudas, las estrellas…
Desnudas hieles, con coraje ya vencidas
aleve centro, de prisión, amanecida,
de robo amague, y distancia esclarecida
vuelta en el plectro, de alas en las vidas…
Sostén de brumas, caución de oro fragante
del hielo hechizo, del tamo mascullante,
del soplo airado, la fértil ceremonia,
del lobo adusto, gimiendo la memoria…
Fértil hechizo, de encanto muy bizarro,
lento lentisco, de armas endiablado,
junto a la histeria, de bóvedas de sarro,
en otros lobos arduos, de sombras y de prado…
Praderas infinitas, ya sïenten los maizales,
las gotas que las aguas, quimeras, a raudales
estocan alba y dieran, los peces de sus claustros,
solicitando empellos voraces a sus astros…
Ya bóveda celeste, que enseña los arrobos,
de gentil boca fuera, alados los cabestros,
de llantos y de plagios, que lúdicos ancestros,
no vuelan a sus llanos, ó por batir adobos…
De mi semblante ígneas, botellas son tempranas
ó bellas del oriente, tan céfiro lo guardas,
en otros aranceles, de bridas ó de guardas
sutil llamado esboza, perfectas horas vanas…
Privanza u oportuna, destitución del Arte,
por mano enamorada, ó por batir, la fiebre
del canto de la liebre, del mudo jayán darte,
confrontación del arte, que muere en otro Arte…
Y con el arte fuera, el venerado intento,
que busca asir momento, del vate que respira:
no claudicando estrellas, a estrella que te admira,
sin porvenir, adusta, al arte que sustento…
Y por batir el viento, no por tomar el aire:
no es vivo aquél donaire, de brillos en mis cauces
vanagloriando estrellas, ó soles tan fugaces,
como las alas vuelven suspiros su desaire…
Privanza y oportuna, caución del oro ciego,
del último destello, indomeñoso arribo,
conjugación amante, del rostro del estribo,
en otras alas duermen, aristas que refriego…
Y por blandir las alas, hendidas en lo Alto,
por coronar apremio, y Saltos, de su Salto,
en mudos cautiverios, y rostros por esposo,
la búsqueda es el hielo, del aire ponderoso
que brilla en los altivos, catalogando diestras,
del rostro de centellas, do buscas mis palestras
sortear de mis encargos, aquellos mares, Liras,
que vuelven los lugares, deslumbramiento, piras…
Y soles en lo alto, de tan mudas bellas:
encienden con coraje, desnudas, las estrellas…
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