Ardor, batalla, espumas…

Ardor, batalla, espumas…


Ardor, batalla, entre las espumas,
cuerpos trenzados en amor, murallas,
murallas derribadas en las olas sin brumas,
tu canto es un adiós de sombras con que callas…
Azoga tu mirada entre las aguas,
las fútiles mareas, invierten lo que crece,
en otro mar de sombra que perece,
en otro mar de Nínives peleas, y das treguas…

Mi sol, mi sol herido no confronta
tus labios que anochecen el crepúsculo,
mi boca engendra un álabe, un músculo
de voces entre savias, de luna que se apronta…
Tu voz, tu música trepanas, lluvia goza,
espuma entre tu cuerpo, venidera
la frescura de las olas en la espera
de tus labios, que agonizan en mi rosa…

Oh cuerpos trenzados, vulnerables
de asir la sola mella en tu cintura,
y claudican las estrellas miserables
en tu rostro de Nereida que procura…
Ah tu vientre no sabe lo que esconde
entre horas de templadas epopeyas,
contra el arte de mi boca, de mis mellas
en las sombras de tu cuerpo que se funde…

Son tus ojos dos cruceros que se cruzan
en la boca de los mares, infinitos,
son las aras de tu sombra mis delitos
en la boca de tus mares que se abusan…
La pelea de los labios y los sueños
son murallas divinas que se mecen,
y en la luz de tu música adolecen
ya los cuerpos en las bocas de sus dueños…

Son estrellas del delirio que proezan,
los afanes que enajena mi delirio,
en la boca donde pena mi martirio,
las gemas de tu pecho me remesan…
Nuestros cuerpos, nuestros artes ya no ceden,
en oprobios ya del arte, ó consabidos,
son engendros de los mares confluidos
en simientes de las ondas que anteceden…

Pero aún te retengo en mis abrazos, la mañana,
somos cálidos cuerpos, donde la marea gana…