Añora…

Añora…

Añora tu boca la marea de mis labios
donde naufraga el hálito superfluo su comando,
por donde el cerro de tu nombre va dejando
un horizonte entre tu risa, en tus efluvios…
Mi beso contracara de hermosura,
late si medra paraísos en tu fragua
de la más nívea entonación, tu misma agua,
hace lindera mi ocasión, mi boca oscura…

La de tu arte, maravilla entre mis labios,
con el atisbo nacarado, me pelëa,
sobre lo adusto de mi sombra, va y se crëa
las maravillas de tu arte, besos rubios…
Tan desigual, el beso de mis besos
búscate un labio, contra otro beso de ésos
y no mi boca, que ha muerto entre tu risa,
parafraseando aquél albor, de mi nodriza…

La sombra abate, de la estela de tu canto,
la noche, cela, inconmensurable, tu blancura
desde tu plata, las estrellas, tu figura
enardece mi suspiro, en mi quebranto…
Mi rosa besa con el arte, dos espinas,
cual la bandera de tu risa, estrellas:
en tu sabor, la misma huida, dulce, endrinas,
las hojas verdes, de tu pétalo, tan bellas…

Mi rosa quiere, tan sólo un beso de tus labios
intercambiar las dos espumas, de marea,
tu risa evoca aquél suspiro, sombra crea
de tus dos bocas, mis dos besos, en tus labios…
Perfume emana, si los hay, en tu memoria,
el beso casto de mi abril, tan sólo preso;
arrüina de mi amante, su lujuria
y en mis dos labios deja el sello de tu beso…

Tan sólo ágata de sombra en mis laureles,
Dios mediante, asume el rojo de tu boca
mis dos pinceles, y el perfume que me evoca
tus dos sonrisas, y los cielos donde vüeles…
No mi arte enferma, en mí, tu beso afana,
tal golondrina que tu boca emana
así tu risa, tu rosa, todo encana,
de mi suspiro, es tu boca quien me sana…

Besos livïanos, arte dócil, si me cuentas,
tu boca es toda, mi laurel, ascuas sedientas…