Estrella, de mil claros,

Estrella, de mil claros,


Mi sol, teje su brillo en otros claros,
que no su mella, teme el tiempo, no apresar
su rosa emerge, cual alondra, en sus avaros
tamos ardïentes, no la fábula, enseñar…
Priva su salón de mil herrumbres claros,
por sobre Tántalos de juegos y de sombras,
verte con dócil mar de nïeves, cual me nömbras
tu suspiro en otros trajes, cual dos faros…

Estrella, de mil claros, no te afana
luna contigo enana, la pandora,
altiva, si no hay más bella ruiseñora
ärdor con fragua, entre la luna, hermana…
Pondera glaciar la última altanera,
sofoca el lienzo percudido mis dos alas
y en tu cinético blasón, forma y desgalas
aquél rubio palpitar, de primavera…

Último acicate, no blasona la esmeralda, conformarse
de mí hundida si no el paño, soga adusta,
confronta el ala de su miel, tan sólo justa,
desde mi piel, hundida en años, cual amarse…
Privada en hiel, desmesura su algarrobo,
de risa en ángel, en ángel desmesura
y no tan nívea aquélla voz que la hermosura
brava a su lienzo, cual un mal, que solo robo…

Mi amor en cedro, en bitácora se funde,
en otros cielos estrellados, no sé adónde?
Por el llamado de mis ágatas sombrías,
aquéllas mellas de sus fábulas, decías…
Mi rojo implora aquél azul que impone el viaje,
desmesurado, lento hielo, cual un traje
tan sólo el ala de senderos vulnerables,
para afianzar de mi centella, vuelos afables…

Contiene un ánima sombría mi hospedaje,
cual la luna contiende mi paraje,
en sólo ánimos de vuelta acicalada
ó pormenores de la sombra enamorada…
Mi rojo vuelo, tal el crepúsculo, lo aísla
ó no verano, cual verano, se musita,
ardor terreno, ardor de nïeve se marchita,
sin mi crepúsculo, que al vuelo no es penisla…

Mi solo viaje desistiera sin mi afrenta,
diluida en la clemátide más bella
por donde clama y se abandona aquélla estrella
que de su canto, priva mi ojo y lo contenta…
Mi sola voz, no es de mi oído el estandarte
cual sólo buscas do mi asilo va a buscarte,
en mi pasión, cual el verano, no soñarte
ó sólo el álamo, la flor, el arte…

Ó me abandona tu desértica mortaja,
ó me ilusiona algún epíteto, que, muerto
no me abandona ni ciego, ni despierto,
ó sólo el lirio se compara, mientras baja…
Presa de adiós mi futuro contra seña,
enciende oros, donde el lirio apasionaba,
y de tu búsqueda, mentí, tan sólo daba
una cadena, por amar, contra la nada…

Algún espejo de mi Sol, no ya mortaja,
enciende un hilo con tu fuego, y es alhaja.