Inquebrantable forma de alesar la fortuna de mis soles, en breve decidido mar
sobre la endecha de mi soga azucarada de mieles,
y dulces oropeles transcurridos en silencios, donde vierte su consorte el mullido
apego de fraguas encubiertas en la noche…
Por sobre la mirada de fantoches desiertos, y de robles empinados cual
senderos trémulos de cristal ó de agua llena, por sobre el cauce almibarado de cubierta,
entre la espuma un lento azor yace despierta nuez de sombra en la diadema de
esmeralda sobre el treno, vacía desnudez de mi amparo sobre el freno hendido de su fragua,
por sobre la sïnuosa llama de mil noches en latencia desmedidas,
en voces de arma inmóvil cual la palabra rendida de un diamante preso de limones,
por sobre el ágil velcro que solicita mis pulmones de sombra y de luz,
entrecortado sol de mil amores rocinado en la belleza,
dulcísima fortaleza bienamada, encinta en el solsticio de un amor que no concierta
fraguas en la noche,
ni adosa mis suspiros, ni embellece
cauces que adormece mi único latido,
por sobre el ocio amante de mil ánimas de hembra decididas
a mellar los confines desatados de su hueso, donde cabe el embeleso trovador de mil guitarras en la noche,
por sobre la marëa de su ósculo tremado y embotella un cauce sin razón
vituperado, hacia el eclipse del rocín que muere quedo,
por sobre la batalla de mi amor, de mi amor puedo
encinta llamarada de hermosura en su tinaja, abreva
cuyo sándalo la voz, la voz inventa
de su suspiro la nave se engalana
y remonta soberana la mies del artesano trovador, bajo el aliento
desde un llano de aguas laceradas, e imprecisas formas de nube y de templanza
henchidas en su forma y la diadema de su bucle…
Así, descubre, un oro tatuado en universo blanquecino tras la mazmorra
del centeno que figura en el crepúsculo de cumbres entreabiertas
en lasitudes nombradas al silencio, de llanuras de fósforo y renuentes copas de miradas en oprobio maceradas por ïnfiernos, trémulos, al despertar
encabritadas en las noches sus linternas de sombra y de naves en estrellas…
Figura la llanura, en voces desvalidas, cual el arte impregna mis latidos en dibujos
de amanecientes sombras en la guirnalda de la noche descubierta,
en la vertiente muda de sencilleces sin mar y sin arena,
sobre la mustia cobija de adarmes, sin lamento
obstinado a rendir mi llamada en voz distante…
Muda la vertiente de un sándalo de nieve en su lujuria: precipita
la morada de su nieve y de su alcurnia sofocada en mi relieve,
macerada por esgrima lacerante de misterio
encubierta de aroma
y de voz en el crepúsculo desïerto…
…Amaneceres.
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