A mi amor escondido en éste mundo, ó en la Tierra que vendrá…

He sembrado semillas, he caminado
un largo sendero, con montes de ardor y súplica,
y me he perdido,
y me he encontrado en la desnuda ensoñación de mi
desierto.

No vuelo, si no es por las alas que me añoran?
No caigo, si no es por la templanza de voz mía
que besa mi doblez como un espía
de la luz que me arroba, la centella, las alas?

Las alas de tu amor?

Ó sólo es la incongruencia a lo finito,

a la debacle de mi sombra perjurada,

al atisbo de tu voz iluminada,

a aquél dentello de agua entre mis olas,

a tu canción

sobre mi almohada?

Tal vez

mi ciega noche no amanece en tu suspiro,

tal vez las alas de mi amor nunca volaron,

tal vez la muerte en mis estrellas se adueñaron,

la misma noche que cavila,

y me enmudece,

ó me desola…

Aún mi verbo se estrella contra mares

donde el pudor y las alas me derruye

donde mi albatros sueña un eco, y se destruye

ola tras ola, el mismo pez busca su ángel…

Pero el cielo es infinito, la tierra me sucede,

el harto andar de la lluvia me desplaza,

y lava y me destrona y me perece

como un borrador hace nube de sus manos,

como un cielo trovador desluce mi tarea,

como una noche cobra mi aliento y lo pelëa,

hasta el fin, de las peleas y las noches.

Sólo soy una sílaba en el viento que me pierde,

la burla de una sombra, que hace burla y desvanece
en mi propio muro
y se hace burla, la sombra que fenece…

Sóy sólo el látigo del mar, desenfrenando mi universo,

un encallado amoblamiento, por ti disperso,

hasta el infinito

ésta tierra me destrona

y cantan en mis versos, los mismos cantos hechos

de universos... que desploman

en mí su vuelo abierto…

Mi amor no sabe de ésto.

Ó yo no sé

de mi amor.

Mi pluma bate, minuciosa,

sus constantes alas...

Y llueve en su marëa su propio albor insomne…

Fragancia de éste mar que me mesura, y desenfrena…