Sólo el silencio quiebra, lo que opaca del delirio
si mi voz tiñe el ocaso, de mi dulce, el extravío
ó mi sombra no lo admite, cual fragancia aún en el brío
de mi lenta luz en alba, ó sonrisa en mi martirio…
Mi voz ágil cuenta llanos que la proeza desata,
sobre campos sólo ciega, de mi noche la Vanguardia
y se abate aún en tu seno el torcaz, bajo tu guardia
y en el hielo pronuncia, mis campanillas de plata…
Sólo fragancia en el lirio, sólo bóveda en el verso
anida sobre las ascuas, tu prominente destello,
que en el nácar de tu empello, yace silente, disperso
el baluarte de mi insignia, tu destilado cabello…
Muda si alaba ó denuncia, mi sombra yace encorvando
la simetría de un ángel, que hace la vez de tu huella:
la simetría en estrella, la delicada bravando
de mi compás en la horma, de tu silencio, querella…
Mi sombra sólo comparte las lunas de tu aquiescencia
robando sólo las nïeblas de tu mirada de oprobio,
latiendo sobre la fragua de tu distinta cadencia
haciendo mía tu sombra, de tu mirada de labio…
Muda si noche no amara, muda si ágil pudiera,
la sombra de tu delirio, ó la fugaz pïedra gime,
sobre la siembra que ríe, sobre el mar que no pluguiera
lanzar mi bóveda, hïedra, que mi perfume no exime…
De tu ribete desierto caben torcazas heridas
balancëando de la noche aquél delirio de espadas,
mudando sombra y llamadas, de verbo trágico hendidas
sobre el tamiz de oro salvo, de mis canciones aladas…
Sombra no críe el invento de ver una sombra amurada,
sobre la hiel de mi espada, ó sobre el trágico invento
de mi canción alborada, que sólo hombre sediento
traspuso de su guitarra, cuando era ardid su tonada…
El vilo que en mí traspuse, bajo la guardia al infïerno,
de sólo noches hendidas, de sólo tacto tan tierno,
sobre quemantes adornos, sufridos ó engalanados
sobre tus ojos despiertos, sencillamente, besados,
eran espejos de noche, y hambrïentos sólo de risas
bajando por mis costillas senderos de aromas pasados
caliginosos encüentros, y oro de tántalo y brisas,
como aquéllos instrumentos, que fueron en mí gobernados…
Sólo el silencio prohíba, todo torcaz en la noche
vituperando tu fragua, y mudo si en mi destello
la sombra de tu cabello, fuera si nieve, reproche
hundido sándalo en flores, ó rosas en tu cabello
para abrevarme el destello de mi silencio de mirlo,
tan taciturno en mi aldaba, tal oropel en tu sello
como al oceánico empello, de ver la bruma al asirlo,
de mi bandada hecha vïento, ó sólo viento en tu cuello…
Descubre mi huida ó coraje, blandida sólo tenaz,
en mi repudio de alas, ó sólo perdido torcaz…
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