Memorial de la herida
Son trenes de alta mar, verdes caballos,
anclados por el polen de una iglesia,
camisas de la sal, ríos geniales
que vuelven semen la hoja que los besa,
y el árbol, que voló tras los cristales,
al suelo regresó sin más tristeza,
y el hombre, que volvió en dos manantiales,
va muerto y sepultado en tu cabeza,
lo lloras por llorar, vienes y sales
del mundo como un trago en esa mesa,
bebido hasta saciar los demenciales
deseos de ser tú quien no regresa,
pero no hay elección, no hay prisa, nada,
es todo como está, no hay funerales,
la vida es ya morir, ya todo acaba
y el resto sonreír sin lacrimales,
un año no llegó, sus doces meses
se fueron en un solo tiro exacto,
la bala no volvió, los parietales
se abrieron como flor que firma un pacto,
la sangre no volvió, menos la boca
ni el ojo en que soñó el muchacho impúber,
tendremos que creer que nos convoca
a henchir esa visión de tercas nubes,
de tetas que ordeñar, de piernas locas
en que parir y arar como querubes,
tendremos que volver a ser quien toca
lo que él ya no tocó, por ser quien sube,
o ser quien baja, nadie tiene claro
si es alto este vivir, si el muerto ataja
alguna eternidad de cielo o faro,
alguna soledad que no relaja
los dientes apretados de la culpa,
si algo más que las flores de la caja
nos sirve para usarlas de disculpa,
si hay cielo que no sea una hoja en blanco,
que tenga lo que sueñan los amantes,
las flores que no di, las que no arranco,
pues tampoco lo hicieron esos de antes,
es hora, es tiempo, es fuerza que nos vamos,
nadie nos va a esperar y él ya se ha ido,
que sean las promesas cual reclamos
de volvernos a ver de vuelta al nido,
que sean las mañanas sólo eso,
mañanas en que hablar de lo que sigue,
él se iba a levantar, nos dio su beso,
ya démosle su paz, nadie lo obligue
a ser un fiador de nuestras penas,
él hizo lo que amó, nos dio su rastro,
el nuestro hemos de darle sin cadenas,
los trenes de alta mar traigan reposo,
olas con que llorar, cargas de gozo,
caballos verdes van con él volando,
un hijo no se va, nos sigue amando,
amémoslo también, que él ya lo sabe,
ya un día de alta mar verás su nave.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
10 02 15
Son trenes de alta mar, verdes caballos,
anclados por el polen de una iglesia,
camisas de la sal, ríos geniales
que vuelven semen la hoja que los besa,
y el árbol, que voló tras los cristales,
al suelo regresó sin más tristeza,
y el hombre, que volvió en dos manantiales,
va muerto y sepultado en tu cabeza,
lo lloras por llorar, vienes y sales
del mundo como un trago en esa mesa,
bebido hasta saciar los demenciales
deseos de ser tú quien no regresa,
pero no hay elección, no hay prisa, nada,
es todo como está, no hay funerales,
la vida es ya morir, ya todo acaba
y el resto sonreír sin lacrimales,
un año no llegó, sus doces meses
se fueron en un solo tiro exacto,
la bala no volvió, los parietales
se abrieron como flor que firma un pacto,
la sangre no volvió, menos la boca
ni el ojo en que soñó el muchacho impúber,
tendremos que creer que nos convoca
a henchir esa visión de tercas nubes,
de tetas que ordeñar, de piernas locas
en que parir y arar como querubes,
tendremos que volver a ser quien toca
lo que él ya no tocó, por ser quien sube,
o ser quien baja, nadie tiene claro
si es alto este vivir, si el muerto ataja
alguna eternidad de cielo o faro,
alguna soledad que no relaja
los dientes apretados de la culpa,
si algo más que las flores de la caja
nos sirve para usarlas de disculpa,
si hay cielo que no sea una hoja en blanco,
que tenga lo que sueñan los amantes,
las flores que no di, las que no arranco,
pues tampoco lo hicieron esos de antes,
es hora, es tiempo, es fuerza que nos vamos,
nadie nos va a esperar y él ya se ha ido,
que sean las promesas cual reclamos
de volvernos a ver de vuelta al nido,
que sean las mañanas sólo eso,
mañanas en que hablar de lo que sigue,
él se iba a levantar, nos dio su beso,
ya démosle su paz, nadie lo obligue
a ser un fiador de nuestras penas,
él hizo lo que amó, nos dio su rastro,
el nuestro hemos de darle sin cadenas,
los trenes de alta mar traigan reposo,
olas con que llorar, cargas de gozo,
caballos verdes van con él volando,
un hijo no se va, nos sigue amando,
amémoslo también, que él ya lo sabe,
ya un día de alta mar verás su nave.
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