A los fanáticos de cualquier partido

A los fanáticos de cualquier partido

A los fanáticos de cualquier partido,
yo que no cargo armas ni más título que mi alma,
yo que uso mis dos hemisferios del cerebro,
el derecho, el izquierdo, que resuelvo con sinapsis
de todas mis neuronas sobre lo negro y lo blanco,
que aquí quiero vivir y ver vivir al hijo mío,
a los que mandan y obedecen sin cuestionarse nada,
sin conocer de más razón que la del juicio,
dejando atrás el corazón que a diario emplean,
más como un músculo que como el sol que cada día nos alumbra,
que escasamente recuerdan el ocaso de ayer tarde
o el bello amanecer ante una bien ganada empresa,
que olvidan que somos los hijos de la nada,
que por lo mismo el todo es causa nuestra,
cuidado nuestro, deber nuestro, oficio nuestro,
y que por tanto lo que le hagas a una brizna de hierba
causa efecto en el más alto de los más altos montes,
a los que aún no se enteran de que hay sitio
para todos y cada uno de nosotros en la tierra,
en esta esfera azul y verde, que hay alimentos
para que ninguno sufra de hambre y sin abrigo,
para que nadie vague sin un techo ni un abrazo
y escuelas para que todos aprendamos cómo ser felices,
a esos fanáticos les digo, mi fanatismo también tengo,
mi ideología, mi egoísmo, mi prejuicio,
mis ganas de rendirme una y mil veces
y de mandar a buena parte los errores que vislumbro,
los propios, los ajenos, los de la piedra inerte
que casi me hace tropezar por no fijarse en donde duerme,
y luego es casi un criminal cuando la arrojo contra el mundo,
así que los conozco, soy de ustedes, no un extraño,
pero les quiero compartir cuál es la clave,
cuál es mi duda, mi barrunto, mi pesado laberinto,
tengo dos alas, digo, claro, como ustedes,
con ellas, como ustedes, vuelo y canto cada día,
tengo dos ojos fijos en reírme, en verme
vertical como un buen árbol, en verme
saludar a cada estrella por su nombre
y en despertar en paz porque estar vivo ya es mi gloria,
les quiero, pues, decir que ya es bastante
con dividir el mundo en ocho, en razas, en regiones,
con bautizar con agua o con ceniza las conciencias,
con levantar murallas que no sirven más que de eso,
de murallas entre cada corazón que quiere un salto,
les quiero comentar que hay mil amores
que esperan por nosotros en la tierra,
que son los que nos traen hasta el parto,
que son los que nos dejan en la puerta de la escuela
y nos hacen crecer entre pizarras y juguetes,
entre lecciones y guitarras, entre los juegos en el patio
y en la felicidad de ver que un sitio nos espera,
que entonces no comprendo tantas guerras,
tanto odio, tanta fe en un sólo bando,
tanto aumentar las diferencias cuando el agua
de la lluvia es vertical y cae igual sobre este mundo,
sobre cada unos de nosotros, sobre el techo
y sobre el que por culpa nuestra no lo tiene,
el agua es agua y no distingue entre las bocas
que la beben y la buscan, que la entregan
en un canto a los demás cuando están lejos,
en un río a los sembrados, en un vaso
a los que, enfermos o sedientos, no la alcanzan,
les quiero preguntar si es que no entienden
que es uno sólo el mundo y es de todos,
los verdes, los naranjos, los nacidos,
los que esperan por llegar, los que partieron,
los que no saben lo que digo, pero saben
que en esta mesa debe haber lugar para el hambriento,
canción para la vida, camas limpias
y un justo porvenir en que de todos es el fruto,
es ese el fanatismo que yo traigo,
sé que no es diferente al que proclaman,
sé que no es cosa fácil convencerlos,
sé qué no es convencerlos lo que busco,
pero, eso sí, que nos sentemos como hermanos,
como hijos de un destino, como sombras
de un sol que viene y va, que merecemos
y que por eso nos alumbra a todos juntos,
se trata de admirar lo que hemos hecho,
de enmendar los errores, de que demos
la cara para hablar de este camino,
se trata de abrazarnos en la hora
en que el amor no está para rifarlo
ni para que juguemos nada más a morir sin su regalo.

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23 01 15