Canto en mitad de estas ruinas

Canto en mitad de estas ruinas

Canto a los muros de piedra
y a las ciudades sin vida,
a tanta torre caída,
a tanta flor en la hiedra.
Canto al que en todo se arredra,
pese a su fuerza y su fama,
al que muere en una cama
por no morir batallando
y al que en vida va callando
por no sostener la llama.

Yo creo en mí y en mis dudas,
sé de mi error y mi acierto,
sé de mi playa y mi puerto,
sé de mis olas desnudas.
Doy gracias cuando me ayudas,
doy mi ayuda en tu mal paso,
mi consuelo en tu fracaso,
mi alegría en tu alegría
y, a solas al irse el día,
mis sueños en un abrazo.

Por eso canto y respiro,
porque sé que no estoy solo,
que muchos viven del dolo,
por no vivir de un suspiro.
Pero yo aconsejo el giro
de las penas a la calma,
de la derrota a la palma
del que vuelve a levantarse
y de los odios a amarse,
que nada más mueve el alma.

El resto son viles días
en que por tedio no avanzas,
en que rutinario danzas
sin música ni alegrías.
El resto las cobardías
del que esconde la cabeza,
del que huye si alguien lo besa,
del que besa sin ser visto,
del que dice yo no existo
y ni a sus ropas regresa.

Canto en mitad de estas ruinas
por conquistar la belleza,
la amistad y la nobleza
que escondieron las neblinas.
No a las voces asesinas
que obedecen a un comando,
la vida es vida soñando
y en cada sol crece y canta,
canto libre y mi garganta
su ruta va conquistando.

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01 01 15