me encontré a tu padre,
Ese canalla para vos traidor
Que abandonó
Antes de que el abandono
Sea tu idioma.
Me preguntó por vos,
Qué cómo estás de grande
que apuesta todo a su cobardia,
Que te quiere, que fue humano
Y que te sueña algunas noches.
También estaba la dama,
Que se fue tras los zapatos
De ese madre santa
que por callejones desesperados
alimentaban a sus vicios
haciendo cosas que le ensañabas,
también preguntó por vos,
Y que algunas veces piensa
Como sería la vida si estuvieras con ella,
Pero olvida lo que dice,
y se enfurece con el trago amargo
existencial.
En ese lugar también estaba,
Aquel niño que te enseño a fumar,
A usar jeringas que no llevan recetas,
A mentir con malas cartas, a saber dormir de día,
me confeso que te extraña, que nunca olvida
las tardes entretenidas, matando pájaros,
matando el tiempo, matando infancia.
Se me revolvió el estomago
Cuando me encontré
con aquel mal nacido
que metió mano en tu bragueta,
aquella madrugada
callándolo todo,
tántos tántos años…
él no se animo a preguntarme por vos,
pero fui yo quien le comentó
que no conoces, que no sabes nada,
sobre el rencor.
A lo lejos veo que me llama una señora,
Se presentó como tu madre,
Me preguntó si sigues siendo el mismo fracasado.
Orgullosa de su amor
me confeso no quererte tanto
como quería a tu padre,
que la culpa de todo,
era haber nacido sin instinto maternal.
que querías correr antes de empezar a caminar,
porque lejos, lejos querías marcharte,
(y quien no pense) …
en ese mismo instante se le píanta una lagrima,
y me pregunta si superaste el duelo de
que ella te haya tenido,
sin que vos la tuvieras.
Me invitaron un trago los abusivos
De aquel privado colegio en el que ibas,
Recordaban entre risas
y un mentiroso arrepentimiento
como te golpeaban en el baño,
Usando tu nariz para escribir las paredes,
Como te echaban la culpa,
De sus imputables actos infantiles,
De sus mocos en tu remera y tu ropa interior
como bandera, en el patio del recreo.
Yo seguía reflexionando que hacia yo ahí,
Y ellos al mismo tiempo me lo preguntaban,
No sabia que decir, no entendía mi pecado,
La condena de estar en el mismo infierno
De tu olvido tan divino,
Que no busca culpable,
ni tiene pensamientos suicidas.
Entonces… ¿Qué haces acá? Preguntaron.
y les dije lo que sentía,
sentí que no te conocía.
Ese canalla para vos traidor
Que abandonó
Antes de que el abandono
Sea tu idioma.
Me preguntó por vos,
Qué cómo estás de grande
que apuesta todo a su cobardia,
Que te quiere, que fue humano
Y que te sueña algunas noches.
También estaba la dama,
Que se fue tras los zapatos
De ese madre santa
que por callejones desesperados
alimentaban a sus vicios
haciendo cosas que le ensañabas,
también preguntó por vos,
Y que algunas veces piensa
Como sería la vida si estuvieras con ella,
Pero olvida lo que dice,
y se enfurece con el trago amargo
existencial.
En ese lugar también estaba,
Aquel niño que te enseño a fumar,
A usar jeringas que no llevan recetas,
A mentir con malas cartas, a saber dormir de día,
me confeso que te extraña, que nunca olvida
las tardes entretenidas, matando pájaros,
matando el tiempo, matando infancia.
Se me revolvió el estomago
Cuando me encontré
con aquel mal nacido
que metió mano en tu bragueta,
aquella madrugada
callándolo todo,
tántos tántos años…
él no se animo a preguntarme por vos,
pero fui yo quien le comentó
que no conoces, que no sabes nada,
sobre el rencor.
A lo lejos veo que me llama una señora,
Se presentó como tu madre,
Me preguntó si sigues siendo el mismo fracasado.
Orgullosa de su amor
me confeso no quererte tanto
como quería a tu padre,
que la culpa de todo,
era haber nacido sin instinto maternal.
que querías correr antes de empezar a caminar,
porque lejos, lejos querías marcharte,
(y quien no pense) …
en ese mismo instante se le píanta una lagrima,
y me pregunta si superaste el duelo de
que ella te haya tenido,
sin que vos la tuvieras.
Me invitaron un trago los abusivos
De aquel privado colegio en el que ibas,
Recordaban entre risas
y un mentiroso arrepentimiento
como te golpeaban en el baño,
Usando tu nariz para escribir las paredes,
Como te echaban la culpa,
De sus imputables actos infantiles,
De sus mocos en tu remera y tu ropa interior
como bandera, en el patio del recreo.
Yo seguía reflexionando que hacia yo ahí,
Y ellos al mismo tiempo me lo preguntaban,
No sabia que decir, no entendía mi pecado,
La condena de estar en el mismo infierno
De tu olvido tan divino,
Que no busca culpable,
ni tiene pensamientos suicidas.
Entonces… ¿Qué haces acá? Preguntaron.
y les dije lo que sentía,
sentí que no te conocía.
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