Conversaciones con mi amor

Conversaciones con mi amor

He tratado de ser un hombre bueno,
me cuesta maldecir y guardar odio,
me cuesta no creer en la confianza  
ni esperar de este mundo un mejor cielo.
Pero, debo decirlo, estoy cansado,
no vine a batallar, pero batallo,
en vez de respirar sencillamente
debo bramar por abrirle paso a mi esperanza,
debo gritar por tanto injusto devaneo
y tanta ley absurda escrita a fuego en nuestros genes
qué es eso de creernos superiores,
qué es eso de tratar de nada al otro,
de no poder oírnos en el caos
de tanto estruendo y plan de sabotearnos?
Qué esto de morir porque nos matan
en vez de perdurar en cada gesto,
de persistir en otros que combaten o
que sencillamente guardan la semilla.
Exijo explicaciones de la noche,
camisas del amor, plumas del viento,
que en todo corazón sólo halla sangre
y no este naufragar de mil miserias.
Tratándose de amar no existen reglas,
menos las quiero yo para irme ausente,
el resto es masticar carne con clavos
y al cielo suplicar que nada acabe.
A veces falta un árbol en los hombros,
un niño en la visión, un simple piano
que, como la gran lluvia verde
al sonar nos traiga un tiempo de semillas.
Me indigno con el caos que provocan
las vidas de mentira y apariencia,
las bocas que simulan ser un beso
y ni un mordisco son del desespero,
me agravia la verdad que tiene precio,
el cálculo del paso que ha de darse,
prefiero el corazón que si se entrega
no mide el para qué ni el beneficio.
Suplico que me creas cuando te amo,
porque, aun ceñudo y rojo, voy contigo,
comprendo aquel dolor del semejante,
pero no justifico que se quede en el lamento.
Bello es vivir y exige abandonarse,
ser como somos, nunca un disimulo,
hay tanto que alcanzar, que si partimos
mintiéndonos no se abre puerta alguna.
Bello es amar, y es lo que por ti siento,
ayúdame a crecer, yo te levanto con mis brazos,
vayamos a un lugar donde las cosas sean simples,
tomemos la ciudad y derrumbemos sus prejuicios.
Cansado estoy, pero mi amor es permanente,
si quieres ven por él, que yo por ti es que lo sostengo,
dos seres somos, comunes y silvestres,
pero es el cielo, amor, lo que hasta aquí nos resta
por poner en nuestros labios y ser felices para siempre.

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