Tus ojos, como reales ágatas de luna, me encandilan, Princesa
cual arrobo en la fragante rosa inmersa, en ti mi todo: yo y mi beso
para vender mi corazón a tu sonrisa, y el regreso
de mi joven ruiseñor a tu morada... Eres la cláusula del verbo que me apresa
la sonorosa vela que me atrae bajo el silencio, de tu estrella
aquélla, aquélla luna que tu mano aún encendía claramente
y mi fortuna embriagándome serena de tu voz y tu aliciente
pudo en verano alcanzar el oro dormido de mi bella…
Aún así, bajo tu diente, de flor, de holgura a mi llamado
era la alcurnia bajo el sol y bajo el prado, y aún tu desnudez
aclaraba en el sigilo mi voz ya no atenuante del vilo en mi venado
cual sombra rutilante la esbeltez de la plata en tu niñez,
ó la sombra regalada de tus ojos encendían mis laureles, macerando
la sola distinción de las arenas que aún en oro, se morían
en la golondrina de mi pecho, a una espumosa rosa amando
de mi doncella la única plegaria desmedida, ó se valían
de mi encierro el único fugaz arrebato a tu dulzura persistente
tras la huella del oro entusiasmado de laúdes y sonrisas de guitarra
donde en mí se elevan con único sigilo, levemente aborrecidas de mi amarra
la sola desnudez del canto que me encierra tras tu ruego, tras el ente
de tu luz, náufrago adelfo, que mi visión imaginaria de mí siente
el solo velo de mi voz en mi presente ó la belleza de tu son, y aún besarte,
y aún la mella del sonido desde el ala de mi rima cual un arte
que se esconde en tu morada ó en ti, primeramente…
Cual arrebato dócil, cual canción enardecida, al solo acecho frágil
a la huida, corazón de mi legumbre acaecida de sollozo trovador
embravecida con tu trunco desvarío de tenor, en mí tu flor
que en tu esmeralda tras la huella ó el suspiro de tu risa, fue volátil
a mi sol de luna entera ó brillo ó ágata dormida ó aún mi verso
ó el desvestido cáñamo de sombra en mi latido inmerso
tras el roer de mi fantasma en otra testa huido tras tu nimbo
tu perfume ó sólo el bello ardor que me influía lejos de tu rumbo…
A sola peña me devasta tu fortuna, lacerante, de sólo cielo de amor
de mi centella apremiante en tu dulzor la misma artesa
de la única belleza que me ampara… Ó sólo ruina besa
la misma flor henchida a mi fragancia, ó sólo flor…
…Ó sólo canto tras el nido de tu fragua, enhiesta como la figura
de una bella náyade que alista, los perfumes de su rosa
cual aciertos, la plegaria glamorosa, y aún ceñida, esplendorosa
aún en el lecho de tu flor, tu flor hermosa, que amolda tu dulzura…
A mi fragancia herida, de lluvia entre tu flor dormida, canta el eco
de mi rubio ardor tras embeleso de tu flora, aún en el vestido de mi fleco
cual rocío de oro tatuando bermellones astros que infundían tu celaje
casi al albor, casi a tu risa, a tu sombra en lenta luz, ya tu coraje
en oro y sombra en rojo velcro, tu llama humedecida canta mi ribete
tras la espuma en tu salón, en sólo siete lunas de silencio bajo bella
y tu distancia a aquella estrella es el sainete
de mi luz impertinente tras el beso de tus labios que querella…!
Mi flor, mi lenta huida es mi soltura, hilvanando ya mi plata desmesura
de tus labios ya mi voz y mi ternura en el ahínco de mi flor ó tu cintura…
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