Las puertas por abrir
Pasan cosas adentro, adentro, adentro,
como tras siete llaves, como en una caja negra
y no sabes qué ni cuándo ni a quien lloras
ahora sin dolor y sin espejo y sin descanso.
Acaso un día fue lo que esperabas
y lo dejaste ir sin más asunto,
acaso no te das cuenta de quién eres
y esperas algo más que ya rebosa entre tus manos.
Seguro que la voz busca palabras,
el oído canción, la piel caricias,
seguro que la hora quiere eterno
el dulce atardecer con la pupila en los recuerdos.
Pero no has de dormir, no te hallas sola,
contigo va tu piel y el mundo que la cubre,
los sueños sin final, las alegrías
y el pan que has de llevar al plato del hambriento.
No está tu soledad en ir sin nadie,
más bien en ir sin ti, cuando te olvidas
de tu propia verdad, de tu nombre, de tus astros
y de las cicatrices que has juntado en tus caídas.
No está tu soledad en tender brazos,
sino en decir yo estoy para el que venga,
yo soy quien arde aquí, con lágrimas, con sueños
y en las mismas hogueras que cualquiera ha sostenido.
Adentro, pues, tú irás, y me dirás qué has encontrado,
qué pagina de ti se agrega al libro de tus días,
qué otoño da a tus hojas el color del oro sabio
y qué puertas abrir, adentro, adentro,
muy adentro, para hallarse al fin contigo
y que halles tú, muy dentro, el universo que te espera.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
23 03 14
Pasan cosas adentro, adentro, adentro,
como tras siete llaves, como en una caja negra
y no sabes qué ni cuándo ni a quien lloras
ahora sin dolor y sin espejo y sin descanso.
Acaso un día fue lo que esperabas
y lo dejaste ir sin más asunto,
acaso no te das cuenta de quién eres
y esperas algo más que ya rebosa entre tus manos.
Seguro que la voz busca palabras,
el oído canción, la piel caricias,
seguro que la hora quiere eterno
el dulce atardecer con la pupila en los recuerdos.
Pero no has de dormir, no te hallas sola,
contigo va tu piel y el mundo que la cubre,
los sueños sin final, las alegrías
y el pan que has de llevar al plato del hambriento.
No está tu soledad en ir sin nadie,
más bien en ir sin ti, cuando te olvidas
de tu propia verdad, de tu nombre, de tus astros
y de las cicatrices que has juntado en tus caídas.
No está tu soledad en tender brazos,
sino en decir yo estoy para el que venga,
yo soy quien arde aquí, con lágrimas, con sueños
y en las mismas hogueras que cualquiera ha sostenido.
Adentro, pues, tú irás, y me dirás qué has encontrado,
qué pagina de ti se agrega al libro de tus días,
qué otoño da a tus hojas el color del oro sabio
y qué puertas abrir, adentro, adentro,
muy adentro, para hallarse al fin contigo
y que halles tú, muy dentro, el universo que te espera.
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