De aquí, de allá y del camino
El reloj marcaba enero
y el calendario Saturno,
los traficantes de turno
baleaban al usurero.
La luna bajo el sombrero
de la noche y sus estrellas
vació todas las botellas,
dijo no tengo marido,
y el sol, que estaba dormido,
ya no supo de sus huellas.
Todo esto fue en la ciudad
del hombre y del asesino
donde Cristo nunca vino
ni hubo de Dios más piedad.
Fue en la calle soledad
esquina del mal de amores,
donde no crecen las flores
pues los niños las arrancan
y luego se desbarrancan
por ya no ver más dolores.
Fue en la casa del poeta,
falta el pan, hay poesía,
no hay carbón, versos había,
falta luz, pero hay cuarteta.
Fue así que a diario la veta
que vaciaba los bolsillos
iba llenándose en grillos
y en canciones a la luna,
que, aunque cama no hay ninguna,
sueños sí hay, aunque sencillos.
Claro que afuera los lobos
sólo atacan, sólo aúllan
sin importar que destruyan
la inocencia con sus robos.
Tampoco faltan los bobos
que esto aplauden cual si fuera
eterna la primavera
y ellos dueños del verano,
llega el frío, muere el grano,
sólo el dolor los espera.
El reloj sigue su marcha,
sólo el hombre retrocede,
vuelve a su infancia y procede
así por vencer la escarcha.
Temores y ausencias parcha
volviendo al seno materno,
del amor busca el gobierno
que lo ampare en su tristeza
y al universo confiesa
su dolor de hacerse eterno.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
10 03 14
El reloj marcaba enero
y el calendario Saturno,
los traficantes de turno
baleaban al usurero.
La luna bajo el sombrero
de la noche y sus estrellas
vació todas las botellas,
dijo no tengo marido,
y el sol, que estaba dormido,
ya no supo de sus huellas.
Todo esto fue en la ciudad
del hombre y del asesino
donde Cristo nunca vino
ni hubo de Dios más piedad.
Fue en la calle soledad
esquina del mal de amores,
donde no crecen las flores
pues los niños las arrancan
y luego se desbarrancan
por ya no ver más dolores.
Fue en la casa del poeta,
falta el pan, hay poesía,
no hay carbón, versos había,
falta luz, pero hay cuarteta.
Fue así que a diario la veta
que vaciaba los bolsillos
iba llenándose en grillos
y en canciones a la luna,
que, aunque cama no hay ninguna,
sueños sí hay, aunque sencillos.
Claro que afuera los lobos
sólo atacan, sólo aúllan
sin importar que destruyan
la inocencia con sus robos.
Tampoco faltan los bobos
que esto aplauden cual si fuera
eterna la primavera
y ellos dueños del verano,
llega el frío, muere el grano,
sólo el dolor los espera.
El reloj sigue su marcha,
sólo el hombre retrocede,
vuelve a su infancia y procede
así por vencer la escarcha.
Temores y ausencias parcha
volviendo al seno materno,
del amor busca el gobierno
que lo ampare en su tristeza
y al universo confiesa
su dolor de hacerse eterno.
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