Cada día, a agradecer
Quiero dar gracias, cada día es lo que quiero,
dar las gracias por el pan y la ventana
por el lejano labrador que sembró trigos y cristales,
por el molino en que un hermano de laborioso traje blanco,
tras las estrella macerar, dio harina y luz para el camino.
Las gracias quiero dar por el pañuelo
de verdor de nuestros campos, de rubí de los atardeceres
y de azul de mar y cielo, indisolubles en el alma.
Yo que de blanco voy, de añil de estrella a estrella
y tengo nada más que mi esqueleto para darles,
y acaso un lagrimón con que regar la gran semilla,
les digo gracias doy por lo que existe,
no sólo en el paisaje, en la alta luna
que el universo entero condecora en su pupila,
sino en cada rincón en que palpita la esperanza,
el ágil moscardón que bebe pulpa de sandía,
la piedra que los líquenes envuelven cual zafiro
y el hombre y la mujer con sus cadenas ancestrales,
sus labios, sus deberes, sus quejas en la tierra
y su eterno procrear nuevas conciencias para el mundo.
Las gracias quiero dar no sólo porque quiero,
sino por necesario en la estación de nuestros trenes,
el viaje viene y va, los equipajes
del sueño y del amor, del egoísmo y la lujuria,
del sabio y del señor, del fiel poeta y sus amadas,
y nadie lo pidió, pero aquí estamos en la cena
en que el pan y el vino de la fe nutre cordial cada esperanza.
No existe, me dirán, más que el contrato con la empresa,
las horas del deber, las cuentas que te asfixian,
la carga de un vivir oscurecido y vuelto ingrato
por tanta confusión y tanto cielo que perdemos cada día y cada noche.
No vale, me dirán, agradecer lo que no somos,
ni libres porque el sol sólo es cadena de los días,
ni amados porque ayer el corazón te ajaron con un nuevo olvido.
Les digo que tal vez no sólo se trata de ser justos,
de ver con el reloj o con la vara del pequeño,
no sólo es amasar una fortuna entre los hombres
y en tanto delirar con que nada más nos hace falta.
Es rico el corazón, lo digo entre miserias,
es sueño la razón, lo digo frente al argumento,
la humanidad no es un predio establecido sino un libro
que explorar dejando en él escrita el alma y mil memorias.
Por eso agradecer nunca requiere ley alguna,
es sólo voluntad de ser humildes en lo digno,
gentiles en la flor y esperanzados en la ortiga,
por eso gracias doy, la noche viene y, si es oscura,
por su crespón diré qué bella venda ante lo eterno,
qué bella soledad en que esperar la madrugada,
qué bello agradecer, porque así sé que sigo vivo.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
09 03 14
Quiero dar gracias, cada día es lo que quiero,
dar las gracias por el pan y la ventana
por el lejano labrador que sembró trigos y cristales,
por el molino en que un hermano de laborioso traje blanco,
tras las estrella macerar, dio harina y luz para el camino.
Las gracias quiero dar por el pañuelo
de verdor de nuestros campos, de rubí de los atardeceres
y de azul de mar y cielo, indisolubles en el alma.
Yo que de blanco voy, de añil de estrella a estrella
y tengo nada más que mi esqueleto para darles,
y acaso un lagrimón con que regar la gran semilla,
les digo gracias doy por lo que existe,
no sólo en el paisaje, en la alta luna
que el universo entero condecora en su pupila,
sino en cada rincón en que palpita la esperanza,
el ágil moscardón que bebe pulpa de sandía,
la piedra que los líquenes envuelven cual zafiro
y el hombre y la mujer con sus cadenas ancestrales,
sus labios, sus deberes, sus quejas en la tierra
y su eterno procrear nuevas conciencias para el mundo.
Las gracias quiero dar no sólo porque quiero,
sino por necesario en la estación de nuestros trenes,
el viaje viene y va, los equipajes
del sueño y del amor, del egoísmo y la lujuria,
del sabio y del señor, del fiel poeta y sus amadas,
y nadie lo pidió, pero aquí estamos en la cena
en que el pan y el vino de la fe nutre cordial cada esperanza.
No existe, me dirán, más que el contrato con la empresa,
las horas del deber, las cuentas que te asfixian,
la carga de un vivir oscurecido y vuelto ingrato
por tanta confusión y tanto cielo que perdemos cada día y cada noche.
No vale, me dirán, agradecer lo que no somos,
ni libres porque el sol sólo es cadena de los días,
ni amados porque ayer el corazón te ajaron con un nuevo olvido.
Les digo que tal vez no sólo se trata de ser justos,
de ver con el reloj o con la vara del pequeño,
no sólo es amasar una fortuna entre los hombres
y en tanto delirar con que nada más nos hace falta.
Es rico el corazón, lo digo entre miserias,
es sueño la razón, lo digo frente al argumento,
la humanidad no es un predio establecido sino un libro
que explorar dejando en él escrita el alma y mil memorias.
Por eso agradecer nunca requiere ley alguna,
es sólo voluntad de ser humildes en lo digno,
gentiles en la flor y esperanzados en la ortiga,
por eso gracias doy, la noche viene y, si es oscura,
por su crespón diré qué bella venda ante lo eterno,
qué bella soledad en que esperar la madrugada,
qué bello agradecer, porque así sé que sigo vivo.
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09 03 14
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