Por si la noche endulza su retórica silvestre
en su murmullo que atarea al viento desatino
y entre sus motas de brillos alba en tino
las turquesas que irradian su coloquio adestre
su panoja de lentos rubíes en el cielo,
a desmanes de su silo de zafiros
son adarga de brillante a tus suspiros
donde queda en su silencio ya su anhelo…
Ya su destello ámbar en sus crines nacaradas
sobre el viento asciende, y jocosas andariegas
vuelcan mar en sus espumas, y audacias mientras ruegas
anfiteatros de calumnias sofocadas
y mesetas de oro en la dulzura que la miel de su crepúsculo agoniza
sobre el solemne trazo que impera ya tu diestra,
aletargando su figura mientras vuestra
juventud irradia vida en la ceniza
Y agobia con su trueno y sofoca el verbo errado
en la impresión que en el descuido de la noche es el pasado
de semblantes onerosos y esbeltos cual Sirenas
reestablecen de sus náyades la impronta de sus penas
adorando su belleza, y sitiándose en el prado
desmenuzándose su aliento de cal, inigualado
por el cabestro del océano que müere a tu lado,
compañía de la Luna que es Sol de mi pasado…
Y en sus noches descuida el artificio
de penúltimas llamas que sortean
el loco asedio de la mar que en mar pelean
vociferando la discordia del ultraje, que en su oficio
de besar la llanura indomable de sus crines
encïerra en su Verano alas, jazmines
de su montura de pläta ante rocíos
azules de trocados arrebatos, ó de estíos…
Y en su Vendimia, la noche espera caliginosa mirada
vuelta en mar, asida de silencio, de tu trance
aquella voz que sobre el vïento la voz enamorada
hace festín del cielo abierto, cual su avance
sostuviera el encanto de su rüina ó de su flor
que irradia el eco de su muro de pavor
un lento estudio de resquicios ante el vïaje,
solemnes voces de cordura a su celaje…
Endecha, viento fuera sin el alga, sin sofreno
aletargando aquélla ruina de su ruina, en alba impera
y a su madeja de cinturas vueltas paño, bajo el seno
de las aguas que seducen su oro y traslucen Primavera
Sortean de tu voz la misma alcurnia que embellece la pantera
que sus ojos de rubí sobre el destello rutilante sostuviera
en aquél niño cual infancia vuelve atrás, mientras el nido
desuna lento el polvo de su ágata dormida. Sólo pido
La atención que no cautive la entrada al pasajero
que no debe sumergirse ante la voz del Tero
y en su voz, su lenta agua en sus aguas de aguacero
inmersas, sólo adustas complacen ya mi esmero
hasta que furtivas horas vuelvan a la Tierra,
y aguas a las aguas, y la Luz en sus soles
aletarguen los bemoles que cantan arreboles
y en la cúspide del alba, el atardecer encïerra…
Ya el niño ve sus flores y abuela con sus risas,
agracia tus palabras y al ruiseñor erizas…
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