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por Reprended, nervios, la cal abrumadora
y la constancia ciega que te hiere el estandarte,
que tu mirada oprime, y entona cual el arte
de embellecer la forma austera, gemidora
de tu silencio perenne. Goza el aire sublime
desde donde no impera el vüelo infame,
la turba errada, el sol que no te aclame
con el destello de la oscuridad que no te imprime…
No! El viento tañe el loco asilo de la mar vertiginosa
y el asedio de la bruma ó de la tea esplendorosa
es ala al trunco aliento de mar en la marëa,
de confín adentro, de Sol que deletrëa
tu canto en un momento; pasajero desván que endecha süeña
aletargar la luna y el can, que se despeña
su solo verso añade, la fecunda, y el ardör que te hizo flecha
nacarada. De goce azul impregna flor deshecha…
El mar, el mar umbrío y calmo de mil sedes
cual esbirro toma el arca en mil laureles
sobre el sol que hilvana lentas redes,
pasïvas hormas de manantial y chapiteles
que la luna, bajo sus estrellas de níveas pasantías
sobre el eco de los mares, más bravías
acierta el nido de donceles y travïesas
donde lunas pueden mar y sólo artesas…
Declamo, asïduo mar, tu goce etéreo
canta el ruiseñor zorzal aéreo
y musgo, y bajo flor endulza de su cisne
caliginoso, esbelto su trazo como un tizne…
Bajo su huella en el lago, su perfume
irradia lento sol de sol desïerto
y, ante belleza y hacedor tu ojo no abierto
desnuda nieve hace blancura que rezume…
Acicalad, lugar de mil amores
tu solo estigio de penumbras de resoles
y en el mar deslumbra en su marea
su lenta sal que espuma en alba sea!
Temed, cielos de risas bajo histerias
aquellas flores que desnudan tu tarëa,
y en sólo cirros no devuelven loca tea
penetrando su rubor cual rosas ebrias…
Toca, Faetón, el alba cual un rüego,
amar tu glosa, desama lento el füego.
y la constancia ciega que te hiere el estandarte,
que tu mirada oprime, y entona cual el arte
de embellecer la forma austera, gemidora
de tu silencio perenne. Goza el aire sublime
desde donde no impera el vüelo infame,
la turba errada, el sol que no te aclame
con el destello de la oscuridad que no te imprime…
No! El viento tañe el loco asilo de la mar vertiginosa
y el asedio de la bruma ó de la tea esplendorosa
es ala al trunco aliento de mar en la marëa,
de confín adentro, de Sol que deletrëa
tu canto en un momento; pasajero desván que endecha süeña
aletargar la luna y el can, que se despeña
su solo verso añade, la fecunda, y el ardör que te hizo flecha
nacarada. De goce azul impregna flor deshecha…
El mar, el mar umbrío y calmo de mil sedes
cual esbirro toma el arca en mil laureles
sobre el sol que hilvana lentas redes,
pasïvas hormas de manantial y chapiteles
que la luna, bajo sus estrellas de níveas pasantías
sobre el eco de los mares, más bravías
acierta el nido de donceles y travïesas
donde lunas pueden mar y sólo artesas…
Declamo, asïduo mar, tu goce etéreo
canta el ruiseñor zorzal aéreo
y musgo, y bajo flor endulza de su cisne
caliginoso, esbelto su trazo como un tizne…
Bajo su huella en el lago, su perfume
irradia lento sol de sol desïerto
y, ante belleza y hacedor tu ojo no abierto
desnuda nieve hace blancura que rezume…
Acicalad, lugar de mil amores
tu solo estigio de penumbras de resoles
y en el mar deslumbra en su marea
su lenta sal que espuma en alba sea!
Temed, cielos de risas bajo histerias
aquellas flores que desnudan tu tarëa,
y en sólo cirros no devuelven loca tea
penetrando su rubor cual rosas ebrias…
Toca, Faetón, el alba cual un rüego,
amar tu glosa, desama lento el füego.
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