Desaparece
Desaparece, y vuela cual hechizo una paloma,
augura gema, aguada de fortuna, prístina en celo, cabría en noche diurna
y palpitar a su desmedro tan juiciosa,
elemental rayuela sin embargo,
sobre el estro
que cabe andar tras el sigilo de una rosa
de su silencio
hecho perfume en las voces del
poeta,
que cabe a un eco, la misma figura de su prado
y enseña el cielo, la noche trunca de su bermejo anzuelo,
doble tiempo, sagaz y taciturno en la marëa
asïduo, calmo, lentitud que lo poblase
enseña el eco de sü vïentre entre el silencio
bandera errante en su navío,
duerme…
Cadëncia... ofuscada de albor, muerta figura,
entre su sombra derramada,
sobre tus ojos, la infinitud de tu bohemia nacarada
y tu suspiro de la voz hecha fraguada
ausencia,
colapso de la voz, intermitencia
de tu Verano
hecho flor hecho paciencia
hecho el anhelo de su joven luz y ciencia
que deslumbra la tarea de su amar
entre dormidas esencias...
Llanero de éste mar, conjunto un beso
errante en el regreso de su cal
y su amorío
fraguando el cielo,
desnudo al cielo
y entre la tierra socavado entre mil noches
de su aguacero imitando las bandadas del aliento
a su procaz numen que gualdo, hecho fragancia
abovedado en lo cierto, el pasajero
arrienda el tiento del esmero
para vestir el unicornio de su nieve
en el anhelo por volar
al descubierto,
bajo el sofreno de ser mar
de ser acïerto
de ser el pez que hidroscópico sonríe
bajo el anzuelo de la espuma, nacarado
y desnudo en el océano templado…
Bajo el silencio
que la noche
en su plegaria
desmesura
y sólo alienta de su oceánica clausura
el vidrio apañe su numismática ventura
y sólo arquea de su efluvio la acechanza
que el pudor de su desvelo hace sombría
el sólo adentro de su empuje entre su nido,
para volar se ha vestido
y en su imán, su Galatea hace oprobio de la noche
cual numerada función sin un reproche
eleva cantos de jocundos arabíes
sobre el techo de los mares, los rubíes
las escalas de su estro, carmesíes
sobre el ébano de azar de sombras rüines
doblegándose a la noche y sus estrellas
copiosamente armadas y bellas
entre su plata y su cielo almidonado
por sobre el ascua del desvelo enamorado
asido y pulcro la cadencia de su amado,
sobre el destino, sobre el velamen de su cïerzo nacarado
y espuma de su mar templado…
Ocio a la noche, costuras entre pïedras,
bermeja aurora, sábanas de arenas…
Desaparece, y vuela cual hechizo una paloma,
augura gema, aguada de fortuna, prístina en celo, cabría en noche diurna
y palpitar a su desmedro tan juiciosa,
elemental rayuela sin embargo,
sobre el estro
que cabe andar tras el sigilo de una rosa
de su silencio
hecho perfume en las voces del
poeta,
que cabe a un eco, la misma figura de su prado
y enseña el cielo, la noche trunca de su bermejo anzuelo,
doble tiempo, sagaz y taciturno en la marëa
asïduo, calmo, lentitud que lo poblase
enseña el eco de sü vïentre entre el silencio
bandera errante en su navío,
duerme…
Cadëncia... ofuscada de albor, muerta figura,
entre su sombra derramada,
sobre tus ojos, la infinitud de tu bohemia nacarada
y tu suspiro de la voz hecha fraguada
ausencia,
colapso de la voz, intermitencia
de tu Verano
hecho flor hecho paciencia
hecho el anhelo de su joven luz y ciencia
que deslumbra la tarea de su amar
entre dormidas esencias...
Llanero de éste mar, conjunto un beso
errante en el regreso de su cal
y su amorío
fraguando el cielo,
desnudo al cielo
y entre la tierra socavado entre mil noches
de su aguacero imitando las bandadas del aliento
a su procaz numen que gualdo, hecho fragancia
abovedado en lo cierto, el pasajero
arrienda el tiento del esmero
para vestir el unicornio de su nieve
en el anhelo por volar
al descubierto,
bajo el sofreno de ser mar
de ser acïerto
de ser el pez que hidroscópico sonríe
bajo el anzuelo de la espuma, nacarado
y desnudo en el océano templado…
Bajo el silencio
que la noche
en su plegaria
desmesura
y sólo alienta de su oceánica clausura
el vidrio apañe su numismática ventura
y sólo arquea de su efluvio la acechanza
que el pudor de su desvelo hace sombría
el sólo adentro de su empuje entre su nido,
para volar se ha vestido
y en su imán, su Galatea hace oprobio de la noche
cual numerada función sin un reproche
eleva cantos de jocundos arabíes
sobre el techo de los mares, los rubíes
las escalas de su estro, carmesíes
sobre el ébano de azar de sombras rüines
doblegándose a la noche y sus estrellas
copiosamente armadas y bellas
entre su plata y su cielo almidonado
por sobre el ascua del desvelo enamorado
asido y pulcro la cadencia de su amado,
sobre el destino, sobre el velamen de su cïerzo nacarado
y espuma de su mar templado…
Ocio a la noche, costuras entre pïedras,
bermeja aurora, sábanas de arenas…
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