Decidida albura al encanto sostenida, de quebranto sollozo,
nuncio albor que se hizo pena la menguante luna nacarada que refleja,
desmentido albor que sueña una pantera
dormitando en faz severa, la constancia de su ultraje,
perpetuando el sinsabor de la mañana en el celaje,
oriundo y néctar del pistilo sollozado
cual ébano pintado, en luctuoso arrebol de sombras da,
inmersa la marea de tu vïentre cual esperma, de un goce al soliloquio
de las fauces de las dunas innombrables en épicas miradas de antaño,
fluyendo en la distinta suspicacia a mi arrebato trunco y tan soñado
cual albor segmentado de flores y canastos,
árboles que despiertan su follaje de sombra en el atardecer
perpetuando la mirada,
la ceguera,
de este roble en primavera,
y la distancia, -nemorosa- arremete cual diáfana pantera la elocuencia
a mi llamado, viaje de desmedido canto y pasión desmembrada en el
vestigio del llanto, y estupor de sonrisas instantáneas…
Cual la mirada del otoño que se pulsa en el ocaso, y dora con su albor el mismo
nombre que desnudo se encuentra sosteniendo la manera
de besarte, aún en Primavera…
…Y al dialecto, que pausa sin un beso la mirada, la mañana se acentúa
cual odisea perfumada de tilos y de fresias, encomiando la diadema
de tu llanto… Así la voz que tenue canto no pidiera
constancia en primavera,
arremete ciega con la ultranza, el desafío
que la onza, ante el clamor de la mirada taciturna en el oleaje de sal
y vespertina hiedra trashojando margaritas
se hace seña ante el diamante y estoque cigüeñal de una sortija,
que a desmedro de la paz y la mirada, se hace una
y se toca el paladar de la inocencia
cual brusco atavío regalado, entibiando un cuerpo adamantino
y seráfico, y endeble ya suspiro…
Anida en mi canto la manera de un blasón un despertar y ya un sofisma,
temporada de albor y de recelo cual un ágata precisa
ante la forma, el hielo y el calor de la misma mariposa
sostenida por el canto y tu muralla de cariño
su idóneo tatuaje de nupcias nacaradas y forjando en el destino
su albor y su mirada, su cielo, encarcelada,
ante la vista que exulta el atavío de los sesgos y las llamas
del goce ante las ramas
de la virtud arremetiendo el pan y su primera maravilla
que al desear
es sombra al bienestar
consigo mismo…
Paraje que el destino asea con su canto no diamante y performa la sonrisa
de un épico llamado de centella ante el ultraje melodioso de
la marea y su última metáfora se afirma…
…ante esta huella vespertina,
cantando nuevas albas su simiente se deshoja y se nutre y atavía…
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