Ciego ante tus ojos

No he visto aún, del sol de tus mañanas
aquella huella que ha trepado mi dolor,
como un perfume casto de cenizas: una flor
que exhibe su blancura al campo, y tus hermanas
son prístinas madejas de color de alba bermeja,
donde la ilusión que concibo en ti se espeja
en la alegría de salir besándote las alas
y en tu luz sorber del cáliz que recalas...

En el fuego y en el trébol que a tus pies, florece,
hace encomio de la tarde, tu Rosario en la diadema
que en tus ojos de Miel prístina gema
toca el Sol de la nevada espuma de tus trenzas.
El sol devuelve la tez a tu blancura,
y en tu nevado albor el ángel de tu figura
hace alba la promesa de ser cielo de tu boca:
un ave que te besa y tu jazmín provoca...

Un mate de tus labios muerde ya mi boca,
y el destino de tu cabello vuelve loco a mi sombra,
que para esperarte recela aún más de tu mirada
y hace ciego mi reclamo que en la orilla aún te evoca.
Mi muerte es aquella roca que ve helado tu frenesí
y en la trilla se desboca, anudándose a mis sueños:
por el declive tu Rosa descubre mi carmesí
desnuda brisa risueña cuyos labios son mis dueños...

Desnuda el alba no roza el rocío en la penumbra
y en tus latidos no goce, la juventud Primaveras,
pues son tus ojos esferas que a las luces fuego alumbra
Tu sol hecho diadema que a los soles, Luz latieras!
Mi brío es la noche herrumbrada que a los fuegos aires toma
y en juventud calcinada por tus besos de Princesa
Mi corazón, Tu tibieza, hace la flor desengaño
Oh, Corazón, dame frío en la flor de tu belleza!

Si mis ojos no pudieron cautivarse en tu hermosura
deja que mate el viento el candil de mi templanza
que las horas han hecho viento la dulzura a mi ignorancia
Cautívense más mis ojos con la lumbre de mi estancia...
Si mis ojos no te olvidan es porque mi nombre descansa
en el vientre de tus valles y en el azul de tu Cielo
Déjame olvidar mi silencio, y encontrarte en el anhelo
que tengo por Ti y tu boca, por tu corazón a ultranza!

Ven más mis ojos tu destello,
que mil sombras en la noche tu cabello.