Mi cuerpo ladeado por la lluvia, se vuelve en noche oscura negro ocaso
mis alas son del sol rayos esbeltos, nacarados, reflejos
que el aliento al vendaval oscuro de mi llanto
no cede en la bandada de aquel viento,
la duna de mis soles son fragua en las arenas
y en su clemátide las albas son orillas de mi pena,
son los crisoles que las alas robustas de las venas
desde el cielo con sus nubes desarman en el tiempo con cautela,
sus fugas, sus cinceles me parten por el centro
y desarman a la estatua de vigor -llanero mudo- que en el cauce de su flor
es lastimado por la bruma, que sus ojos ceden al rubor de pïedras tenues
y de ahínco… Llegan sólo baños de sol entre mi cielo azul de espinas tan feroces
como el alba, mojada, mojada de ti, de tu silencio
al despertar mi arte nublado en ceremonias
que hacen de mi vïentre la luz que a oscuras pena…
Y dóblase en la arena mi blasón, mi fantasía
de ver un armazón de novela entre mis brazos, ó tan sólo la canción
de una quimera
la mística bandera la ilusión la piedra hallada
el sobre, la distancia hecha presente
la dádiva del süeño:
el sol nublado acaso, mi memoria evanescente,
que ceñía mi silencio entre mis manos, en la orilla
mientras cenizas dispersas de mis pies se vuelven bruma
aniquilándome el corcel de la nevada espuma
desëándole al vergel del viento que en la lluvia
horizontes en mis alas no acaben con mi historia,
poblándole al aliento sus nevados cauces
y el verdor de los atardeceres descubiertos,
mientras se hallan mis brazos más desnudos, más abiertos
en el desnudo acantilado de la fïebre de mi canto.
Entre la lluvia, mi ceniza se ha quedado
como un rojo centro de mil alas, de querubes
en el viento,
y sólo el viento las orilla, y las mueve
mientras alces
de tus labios las primeras buhardillas
y en el viento, rojo asedio con azules alabastros me desnuda
en sólo aliento de vergel tras un yermo tras un ave
y mi silencio es ya mi voz y es mi habla
y no mi grito
que se puebla del ocaso
y refulge en la marea del verano y ya se asedia
con el ala de cristal de la marea que me envuelve,
y en mi cirro, me devana oscura hiel de sombra en la mañana
y ya mi sombra es tan cercana como luces azules que olvidan ya mi forma
entre cinturas de viento y hélices de viento, y de llanuras
de viento en la mazorca de voces en la arena descuidada de riegos de llantos
y pernoctes de ágatas marinas que al viento con ceniza
es lluvia al vendaval de puro nubarrón de sola nube
que se pierde en la lluvia de mi cuerpo, en la ceniza de
mi habla,
en el trunco sol helado de fruta amanecida
transcurriendo en mi celaje mi fortuna de sueños y marmóreas ceras
de desdibujados sueños, relinchándose en el viento
la fortuna del viento y la ceniza
que hace soles mi legado tras el viento
y en las alas del viento, en la llanura
se vuelve lluvia desatándose en el viento…
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