Una canción de cuatro décadas
La democracia de tus ojos limpios
no se destruye a exilios ni a torturas,
por el contrario se acrecienta a cada golpe,
tras cada bala o bando resucita,
así se trate de una nueva lista negra
o de un nuevo estado de excepción o de emergencia,
nuevos en sí, mas nunca novedosos
en un pueblo que cada once de septiembre
repasa su lección de infamia patria
y saca barricadas ante el odio,
sacude su bandera ensangrentada
y elige seguir vivo entre tanto y tanto muerto.
Tampoco tras caer la dictadura
pierde esa democracia su pureza,
esa capacidad de mirar lejos,
mientras los buitres nos quieren con ojeras,
con miedo, con sabor a triunfo amargo,
a vana libertad de mercaderes,
de exánimes políticos que chupan
de la sangre del pueblo su marisma
y ahogan justo allí nuestra esperanza,
o creen que la ahoga, pues resiste
y en cada amanecer mira en las calles
el gesto de su pie alentando huellas,
jornadas, avatares de justicia
y cánticos de fe en la propia hazaña.
Tampoco pues tras la aspirina que nos dieron,
llamada transición, regreso a aquella democracia
en que se nos pidió dejar las calles
y creer una vez más que el dirigente lo era todo
y que el pueblo aquel peón al final de la cajita.
Nunca fue así, más les creímos,
si algo grande tenemos es la fe y la fortaleza,
así pasan gobiernos y gobiernos
que conservan los enclaves del verdugo,
de sus esbirros los edictos y los códigos,
de la sangre la mancha que ya esconden
en tomos de papel como esa vez
en tomos de la tierra, de la sal de los desiertos,
de los mares, que más fieles que el juez nos devolvieron
tantos huesos que ya inútil les fue negarse a su ignominia.
La democracia pues, esa que brilla en las pupilas
no sólo navegó estas cuatro décadas,
sino que amamantó la nueva fuerza de su historia,
los hijos del dolor, las páginas del tiempo,
que esperan de nosotros nuestro canto,
la franca redención de nuestra lucha
y el paso decisivo a un nuevo y libre territorio.
Es esa la mirada, la tuya, la que encuentro
en cada corazón de los que saben lo que digo
y que te miran ya, con la verdad hecha semilla
y con la voluntad hecha camino para todo el pueblo.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
http://letraskiltras.ning.com
11 11 13
La democracia de tus ojos limpios
no se destruye a exilios ni a torturas,
por el contrario se acrecienta a cada golpe,
tras cada bala o bando resucita,
así se trate de una nueva lista negra
o de un nuevo estado de excepción o de emergencia,
nuevos en sí, mas nunca novedosos
en un pueblo que cada once de septiembre
repasa su lección de infamia patria
y saca barricadas ante el odio,
sacude su bandera ensangrentada
y elige seguir vivo entre tanto y tanto muerto.
Tampoco tras caer la dictadura
pierde esa democracia su pureza,
esa capacidad de mirar lejos,
mientras los buitres nos quieren con ojeras,
con miedo, con sabor a triunfo amargo,
a vana libertad de mercaderes,
de exánimes políticos que chupan
de la sangre del pueblo su marisma
y ahogan justo allí nuestra esperanza,
o creen que la ahoga, pues resiste
y en cada amanecer mira en las calles
el gesto de su pie alentando huellas,
jornadas, avatares de justicia
y cánticos de fe en la propia hazaña.
Tampoco pues tras la aspirina que nos dieron,
llamada transición, regreso a aquella democracia
en que se nos pidió dejar las calles
y creer una vez más que el dirigente lo era todo
y que el pueblo aquel peón al final de la cajita.
Nunca fue así, más les creímos,
si algo grande tenemos es la fe y la fortaleza,
así pasan gobiernos y gobiernos
que conservan los enclaves del verdugo,
de sus esbirros los edictos y los códigos,
de la sangre la mancha que ya esconden
en tomos de papel como esa vez
en tomos de la tierra, de la sal de los desiertos,
de los mares, que más fieles que el juez nos devolvieron
tantos huesos que ya inútil les fue negarse a su ignominia.
La democracia pues, esa que brilla en las pupilas
no sólo navegó estas cuatro décadas,
sino que amamantó la nueva fuerza de su historia,
los hijos del dolor, las páginas del tiempo,
que esperan de nosotros nuestro canto,
la franca redención de nuestra lucha
y el paso decisivo a un nuevo y libre territorio.
Es esa la mirada, la tuya, la que encuentro
en cada corazón de los que saben lo que digo
y que te miran ya, con la verdad hecha semilla
y con la voluntad hecha camino para todo el pueblo.
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