Señores candidatos
Dejen ganar su pan al que no lo tiene,
dejen que crezca el sol para el que yace a oscuras,
y el pez para el que rema, mar y muerte adentro,
sabiendo que lo esperan madre e hijos y compadres.
Qué fácil es votar por más miseria si no falta carne,
si se ha vivido siempre en cuna de oro,
y racionar la luz si nunca falta
la lámpara imperial en los salones de palacio.
Dejen de dorarnos la píldora con cuentos,
pónganse a hacer su trabajo, cual nosotros,
que apenas nos levantamos ya empezamos la jornada,
la madre amantando a sus cachorros,
el padre terminando de sacar las cuentas
y los cachorros mismos, ya más grandes, ya letrados,
partiendo tras el siete a un colegio que ya se nos cae.
En cambio ustedes no van ni a las sesiones del congreso,
no saben ni el precio del arroz ni han visto cómo
se plancha una camisa o se cambia un mal enchufe.
Y corren como locos por las calles y autopistas
en buenos modelitos que a lo más vemos de lejos
en luminosas propagandas con mujeres de mejores curvas.
Señores candidatos, o ya electos, o ya vitalicios,
no nos leguen su horror de ciudadanos sin idea,
no nos endosen más sus yerros y sus indolencias,
queremos ser nosotros el destino,
lo somos, la verdad ha sido siempre esa,
y el pago que les dan no se condice con la nada
que por nosotros hacen, en sus púlpitos veniales.
Señores ciudadanos, somos por siempre mayoría,
y nada puede hacer ni el mercader ni el gran gorila,
sólo con que sepamos que nuestra fuerza es la del pueblo,
podremos comprender que la semilla nos espera.
En cuanto a ese poder que los mediocres acaparan,
devuélvanlo sin más a los humildes que lo fundan,
al hijo del taller, a la maestra que no duerme
sin darle solución a cada drama de sus aprendices.
Nadie recordará ni con qué cuento comenzaron,
ni el nombre con que se irán ya para siempre a sus cloacas.
Nosotros cantaremos la alegría del que sobrevive
y el futuro lo sabrá con nuestros hijos en sus hombros.
Que viene una elección, no es la primera, pero advierto
que no permitiremos que se alargue la agonía.
El voto hay que marcar, el voto nuestro,
que empiece en mi nación a fecundar un tiempo nuevo,
veremos qué razón tuvieron ya nuestros ancestros
y más, la que tendrán las alamedas en que vuelvan
a abrazarse felices con nosotros y con nuestro canto.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
08 11 13
Dejen ganar su pan al que no lo tiene,
dejen que crezca el sol para el que yace a oscuras,
y el pez para el que rema, mar y muerte adentro,
sabiendo que lo esperan madre e hijos y compadres.
Qué fácil es votar por más miseria si no falta carne,
si se ha vivido siempre en cuna de oro,
y racionar la luz si nunca falta
la lámpara imperial en los salones de palacio.
Dejen de dorarnos la píldora con cuentos,
pónganse a hacer su trabajo, cual nosotros,
que apenas nos levantamos ya empezamos la jornada,
la madre amantando a sus cachorros,
el padre terminando de sacar las cuentas
y los cachorros mismos, ya más grandes, ya letrados,
partiendo tras el siete a un colegio que ya se nos cae.
En cambio ustedes no van ni a las sesiones del congreso,
no saben ni el precio del arroz ni han visto cómo
se plancha una camisa o se cambia un mal enchufe.
Y corren como locos por las calles y autopistas
en buenos modelitos que a lo más vemos de lejos
en luminosas propagandas con mujeres de mejores curvas.
Señores candidatos, o ya electos, o ya vitalicios,
no nos leguen su horror de ciudadanos sin idea,
no nos endosen más sus yerros y sus indolencias,
queremos ser nosotros el destino,
lo somos, la verdad ha sido siempre esa,
y el pago que les dan no se condice con la nada
que por nosotros hacen, en sus púlpitos veniales.
Señores ciudadanos, somos por siempre mayoría,
y nada puede hacer ni el mercader ni el gran gorila,
sólo con que sepamos que nuestra fuerza es la del pueblo,
podremos comprender que la semilla nos espera.
En cuanto a ese poder que los mediocres acaparan,
devuélvanlo sin más a los humildes que lo fundan,
al hijo del taller, a la maestra que no duerme
sin darle solución a cada drama de sus aprendices.
Nadie recordará ni con qué cuento comenzaron,
ni el nombre con que se irán ya para siempre a sus cloacas.
Nosotros cantaremos la alegría del que sobrevive
y el futuro lo sabrá con nuestros hijos en sus hombros.
Que viene una elección, no es la primera, pero advierto
que no permitiremos que se alargue la agonía.
El voto hay que marcar, el voto nuestro,
que empiece en mi nación a fecundar un tiempo nuevo,
veremos qué razón tuvieron ya nuestros ancestros
y más, la que tendrán las alamedas en que vuelvan
a abrazarse felices con nosotros y con nuestro canto.
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