La carta del olvido

La carta del olvido

Y en nosotros, los pobres, ¿qué son nuestras mañanas,
acaso un pan sin sangre, siquiera agua sin hiel?
Se renuevan las flores en todas las ventanas,
y aquí el mismo baldío, bajo el mismo dintel.

Se dirá que no tengo, que no soy ni merezco,
se dirá que soy paria, por ser pobre mi piel,
y estoy solo parece, que aunque entre hermanos crezco
cada cual se ha escondido en su más gris cuartel.

La ciudad se ha dormido, ¿la podré ver de nuevo,
podrá ver ella mi ojo y mi estrella en su riel,
los fantasmas me alejan, el silencio yo bebo,
nada más, salvo el viento, y en su adiós, mi papel.

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03 10 13