Ohh Melibea, ohh Melibea! De tus dulces labios
contienen el aroma dulce de tus besos sabios,
rostro que luengo y corpóreo invita ya su níveo arte
su primer desëo, aliento sólo a besar mudo estandarte
de tus desnudos pechos, süaves y redondos y pequeños
cual aves blancas en su nido, y en tu vïentre
süave la espuma en su deseo adentre
fugitiva y soez la nívea falda que esculpió mis sueños…!
A besar la primavera fugitiva sobre la blanca seda
y tus cabellos de oro, donde funde el manantial secreto
tu falda ausente en manantial discreto, cual selecta rüeda
mi pasión emerge tan obstinados besos de suntüoso reto
que a pasión sumerge mi luna hacia tu sol estima crece
sobre el fulgor invicto de tus espumas y manos pequeñas
en mediana manera las uñas de rubíes se adormece
mi dulzor, que en la esmeralda de tus ojos nacen señas
Que me vuelven hacia el silo que despeñas tu figura
lenta clemátide del alba y de los süeños, gloriándose
tu desmesura encomparablemente ser de tu finura
la belleza altiva que so juzga en un instante de tu goce
la fragancia y espuma primitiva de los mares que te ven
así, risueños, en altos modos tu linaje excede tu longura
y perpetúa el manto de tu piel segura
de nieve nacarada como un pez ha hecho su sostén
en níveos pétalos de plata cual rubíes tus ojos desmesura…
Y así tus ojos de mar crecen en vano
mi diurno palpitar, cual es silente
el goce de mi cuerpo en tu roce solamente,
la figura tan sensual como cautiva, de tu mano…
Así es el hecho de tomarte nuevamente
en el cielo del sudor que tus labios no rocía
solamente para ver de tus labios y su cría
mis desnudos besos que en tu cuello, de repente
son diluvios de placeres cual invita tu regazo
manantial de mi desnudo pavor bajo tu brazo
y tu hermosura hace la gema de un hielo que prohíja
la desmesura de una fiel copia en tu cabello inflija…
Hace el oro de tu pelo las madejas tan soñadas
de la espuma mineral de los hilos que de Arabia
sus delgados, luengas, madejas tan doradas
son de tu figura lascivas sombras de tu labia…
Perfume de tu sombra, las rüinas de mi pecho
que tus senos no resbalan y quedo maltrecho
en oleaje de tu lecho, Ohh, tu lecho, Melibea!
Es la ruina de mi goce y es el goce de tu tëa!
Saben las estrellas nuestro goce, y el perfume que tú dejas
sobre el lecho malherido de tu piel bermeja
que el sólido rubor de tus pequeñas tetas, es la queja
a mi furor de amor tan derruido bajo la prisión de tus rejas!
Oh, Melibea, ohh Melibea,
haces cielo de mi infierno, de tu cuerpo que desëa!
contienen el aroma dulce de tus besos sabios,
rostro que luengo y corpóreo invita ya su níveo arte
su primer desëo, aliento sólo a besar mudo estandarte
de tus desnudos pechos, süaves y redondos y pequeños
cual aves blancas en su nido, y en tu vïentre
süave la espuma en su deseo adentre
fugitiva y soez la nívea falda que esculpió mis sueños…!
A besar la primavera fugitiva sobre la blanca seda
y tus cabellos de oro, donde funde el manantial secreto
tu falda ausente en manantial discreto, cual selecta rüeda
mi pasión emerge tan obstinados besos de suntüoso reto
que a pasión sumerge mi luna hacia tu sol estima crece
sobre el fulgor invicto de tus espumas y manos pequeñas
en mediana manera las uñas de rubíes se adormece
mi dulzor, que en la esmeralda de tus ojos nacen señas
Que me vuelven hacia el silo que despeñas tu figura
lenta clemátide del alba y de los süeños, gloriándose
tu desmesura encomparablemente ser de tu finura
la belleza altiva que so juzga en un instante de tu goce
la fragancia y espuma primitiva de los mares que te ven
así, risueños, en altos modos tu linaje excede tu longura
y perpetúa el manto de tu piel segura
de nieve nacarada como un pez ha hecho su sostén
en níveos pétalos de plata cual rubíes tus ojos desmesura…
Y así tus ojos de mar crecen en vano
mi diurno palpitar, cual es silente
el goce de mi cuerpo en tu roce solamente,
la figura tan sensual como cautiva, de tu mano…
Así es el hecho de tomarte nuevamente
en el cielo del sudor que tus labios no rocía
solamente para ver de tus labios y su cría
mis desnudos besos que en tu cuello, de repente
son diluvios de placeres cual invita tu regazo
manantial de mi desnudo pavor bajo tu brazo
y tu hermosura hace la gema de un hielo que prohíja
la desmesura de una fiel copia en tu cabello inflija…
Hace el oro de tu pelo las madejas tan soñadas
de la espuma mineral de los hilos que de Arabia
sus delgados, luengas, madejas tan doradas
son de tu figura lascivas sombras de tu labia…
Perfume de tu sombra, las rüinas de mi pecho
que tus senos no resbalan y quedo maltrecho
en oleaje de tu lecho, Ohh, tu lecho, Melibea!
Es la ruina de mi goce y es el goce de tu tëa!
Saben las estrellas nuestro goce, y el perfume que tú dejas
sobre el lecho malherido de tu piel bermeja
que el sólido rubor de tus pequeñas tetas, es la queja
a mi furor de amor tan derruido bajo la prisión de tus rejas!
Oh, Melibea, ohh Melibea,
haces cielo de mi infierno, de tu cuerpo que desëa!
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