La Victoria

La Victoria

No basta con vivir en La Victoria,
la victoria hay que hacerla cada día,
cada vez que los niños van a clases con hambre y sin cuaderno,
cada vez que los hombres les enseñan algo más que ortografía.
La Victoria es un lugar acá en el sur del gran Santiago
y en el centro del amor de los que cantan, pese al frío,
pese al miedo y a las balas que silbaron tras el golpe,
sin jamás acribillar más que los cuerpos de sus hijos.
Y no es que no valiera la preciosa sangre que vertieron,
y no es que no doliera cuanto sueño allí se pierde,
pero el hombre es más que el pan y vive más que su destino,
por eso es que la muerte apenas es otra esperanza,
por eso es que morir en La Victoria es no alejarse,
tal cual prueba esta voz que en Chile va de sur a norte.
Por eso es además que tanta vida allí renace,
en muros, en iglesias, en las mesas solidarias,
en la organización de cada lucha y su camino,
en simple atardecer o melodiosa marcha pura,
en el beso de esos dos que allí nacieron y combaten.
Si es una población, digo además que es todo un pueblo,
bandera, patria, voz, país de cordillera a océano,
un fruto, una canción que alza su fuerza en la estatura
de un tiempo de dolor que nos enseña a ser valientes.
El hombre crece allí con la espesura de su esfuerzo,
ningún siniestro habrá que lo descuelgue de su estrella,
incluso el dictador puede aprender de sus quimeras,
pues trigo no ha de ver si la verdad no es liberada,
de lo contrario hay que enjuiciar a los que hoy lavan sus delitos,
como si fuera una toalla la dignidad de los humildes.
No busques la victoria en un rincón de la gran urbe,
mejor búscala en la luz que en la alameda ya se enciende
al paso de chilenos y chilenas que la pueblan.

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11 09 13