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por Arreaba el júbilo la senda, la noche clausuraba,
hedionda hiel sojuzgaba el verde llano,
que a tu mirada desigual, augusta mano
imprimía ya en mi tez el veredicto que soñaba…
Sobre la lágrima, esbozo no ceñía
al cabizbajo remediar de tus doncellas
las frazadas que hacen nieve las más bellas
entonaciones que tu boca no reñía…
Aclimatada de verano escrupulosa fiera
aguardaba lenta mira bajo muda espera
y sorbía ya tus ojos con la miel de una mirada
dulcificando la marëa de tu voz inigualada…
Aún sin alba de mi son, fui la Pantera
que desafiaba tu dulzura en el ahínco, ya instalada
a conservar en el perfume acicalando la manera
de hurtar una sonrisa descubierta, enamorada…
Muda de armonía tu dulzura evoca,
evoca lenta prisa que el tenor no alaba
y se inquïeta por el manto del rubor, tu boca
admirando ya solemne el perjurio que me daba…
Mis ojos fueron restante sombra, algarabía
cognoscible ardor de mustios oropeles
que el llanto en los ecos de ajados laureles
soberbio musitaba el sol, tu estrella ardía…
Voz del manto endeble que figuró mi cauce,
hilvanando ya tu flor y tu trenza, lento amague
por donde relaja la furia su risüeño trance
esbelto en tu mirada donde mi alhaja vague…
Así, en tu cintura, junto al vuelo de tu cuerpo
fue la enhiesta sombra lo que acaudaló del verso,
y en tus manos y en tu pecho mis ojos se han inmerso
desafiando las artesas que a tu juventud usurpo…
Flamígeras miradas que tu juventud arroba
y despide de mi ángel fantasía exorna
aleve de tu talla tu vestido ufano roba
la gallarda entonación que tu mirada adorna…
Ojos que han visto el cielo, y el Cielo de tus ojos
desnudan mis laureles cual semblantes otoñados
arredrando la mudanza de tus vüelos delicados
hecha fragancia los claveles que hacen sol a mis despojos…
No hiriera la fragancia en el estío, más amada,
la lentitud que desde el valle es tu sombra enamorada…
hedionda hiel sojuzgaba el verde llano,
que a tu mirada desigual, augusta mano
imprimía ya en mi tez el veredicto que soñaba…
Sobre la lágrima, esbozo no ceñía
al cabizbajo remediar de tus doncellas
las frazadas que hacen nieve las más bellas
entonaciones que tu boca no reñía…
Aclimatada de verano escrupulosa fiera
aguardaba lenta mira bajo muda espera
y sorbía ya tus ojos con la miel de una mirada
dulcificando la marëa de tu voz inigualada…
Aún sin alba de mi son, fui la Pantera
que desafiaba tu dulzura en el ahínco, ya instalada
a conservar en el perfume acicalando la manera
de hurtar una sonrisa descubierta, enamorada…
Muda de armonía tu dulzura evoca,
evoca lenta prisa que el tenor no alaba
y se inquïeta por el manto del rubor, tu boca
admirando ya solemne el perjurio que me daba…
Mis ojos fueron restante sombra, algarabía
cognoscible ardor de mustios oropeles
que el llanto en los ecos de ajados laureles
soberbio musitaba el sol, tu estrella ardía…
Voz del manto endeble que figuró mi cauce,
hilvanando ya tu flor y tu trenza, lento amague
por donde relaja la furia su risüeño trance
esbelto en tu mirada donde mi alhaja vague…
Así, en tu cintura, junto al vuelo de tu cuerpo
fue la enhiesta sombra lo que acaudaló del verso,
y en tus manos y en tu pecho mis ojos se han inmerso
desafiando las artesas que a tu juventud usurpo…
Flamígeras miradas que tu juventud arroba
y despide de mi ángel fantasía exorna
aleve de tu talla tu vestido ufano roba
la gallarda entonación que tu mirada adorna…
Ojos que han visto el cielo, y el Cielo de tus ojos
desnudan mis laureles cual semblantes otoñados
arredrando la mudanza de tus vüelos delicados
hecha fragancia los claveles que hacen sol a mis despojos…
No hiriera la fragancia en el estío, más amada,
la lentitud que desde el valle es tu sombra enamorada…
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