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por Leyre Lun Ago 05, 2013 7:55 amTengo aún que vivir tantas razones como años
a la velocidad de aquellos días
en una autopista si fin,
tengo el sabor de tus entrañas, el sabor de tus secretos
el sabor de una vida que concluye
porque aquí estuvimos para dejar huella en el cemento
para consagrar el tiempo ausente
para susurrarte al oído el color de la fresa salvaje,
tengo casi agotadas las palabras
y agonizan los silencios, y tus versos
fluyen por mis venas y diariamente
sales a la luz desde mi cuerpo a vivir
el acre sabor de los días con memoria
y así te mantengo en mi,
bebo de ti sin anuncios por palabras, sin provocarte
y todos los días ocultos que siempre fueron nuestros
han sido las veces que te tendiste bajo mi vientre,
el amor es el único camino hacía la vida
aunque a veces se suicida y muera solo,
y, en el ruido imagina espejismos entrelazados
con ojos que se detienen al final
donde las paralelas se hacen una, exactamente,
donde los pies saltan entre las manchas rojas
y al compás se ahogan en tu garganta,
mis manos agarran tus hombros
y nuestros corazones confunden esas razones
las formas abstractas, la silueta y el retazo
y esa extraña que licuó sus caderas en ti,
abrasó nuestras almas, ahogó el silencio
intimidó una herida abierta y nos dio una muerte blanca.
a la velocidad de aquellos días
en una autopista si fin,
tengo el sabor de tus entrañas, el sabor de tus secretos
el sabor de una vida que concluye
porque aquí estuvimos para dejar huella en el cemento
para consagrar el tiempo ausente
para susurrarte al oído el color de la fresa salvaje,
tengo casi agotadas las palabras
y agonizan los silencios, y tus versos
fluyen por mis venas y diariamente
sales a la luz desde mi cuerpo a vivir
el acre sabor de los días con memoria
y así te mantengo en mi,
bebo de ti sin anuncios por palabras, sin provocarte
y todos los días ocultos que siempre fueron nuestros
han sido las veces que te tendiste bajo mi vientre,
el amor es el único camino hacía la vida
aunque a veces se suicida y muera solo,
y, en el ruido imagina espejismos entrelazados
con ojos que se detienen al final
donde las paralelas se hacen una, exactamente,
donde los pies saltan entre las manchas rojas
y al compás se ahogan en tu garganta,
mis manos agarran tus hombros
y nuestros corazones confunden esas razones
las formas abstractas, la silueta y el retazo
y esa extraña que licuó sus caderas en ti,
abrasó nuestras almas, ahogó el silencio
intimidó una herida abierta y nos dio una muerte blanca.
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