Sueños de tablas húmedas que reposan después de la tempestad,
augurios de aves emigrando a tu cuerpo de noches y espumas.
Eres el mar de mis silencios rotos, el horizonte donde deshojo a las olas
sin tocarla en los comienzos de mis manos llenas de ti.
Tú me traes el recuerdo exquisito de las redes, la intemperie desnuda
de las rocas, el misterio de las barcas místicas en busca de la orilla
más próxima. Te observo desde un sitio seguro que solo conocen los peces
y algunas gaviotas, descanso en tu modorra y me duermes en los vaivenes
de tu vientre mientras respiras el oxigeno indispensable de mis besos.
Sueños de tabla húmedas, lunas menguantes acelerando sus pasos
sobre mi espalda, caricias con rastros de sol, epitafio para un deseo
que sobrepasa las señales de lo imposible. Agua perforando a la arena,
sales eternas amenazando con brotar por los poros, prontitud para el despliegue
y las ganas de llegar, flotando como una promesa de la lengua a tus contornos.
Contornos que miro con devoción y empeño mientras un mástil erige su distancia
escapando de mis manos resbaladizas.
Te he volteado en mis pupilas sin despertarte, me he refugiado como un pez
en las paredes coralinas de tu gruta, abierta a los placeres clandestinos
que entre mis dedos conjuro. Y el mástil ruge, estalla en fuegos artificiales
decorando tus muslos vencidos....
Me refugio en la ruina, quiero respirar,
volverte a voltear para saber que no sueño,
para saber que estoy vivo.
El mástil cae, lentamente,
en mis manos yacen
las huellas de sus suspiros.
augurios de aves emigrando a tu cuerpo de noches y espumas.
Eres el mar de mis silencios rotos, el horizonte donde deshojo a las olas
sin tocarla en los comienzos de mis manos llenas de ti.
Tú me traes el recuerdo exquisito de las redes, la intemperie desnuda
de las rocas, el misterio de las barcas místicas en busca de la orilla
más próxima. Te observo desde un sitio seguro que solo conocen los peces
y algunas gaviotas, descanso en tu modorra y me duermes en los vaivenes
de tu vientre mientras respiras el oxigeno indispensable de mis besos.
Sueños de tabla húmedas, lunas menguantes acelerando sus pasos
sobre mi espalda, caricias con rastros de sol, epitafio para un deseo
que sobrepasa las señales de lo imposible. Agua perforando a la arena,
sales eternas amenazando con brotar por los poros, prontitud para el despliegue
y las ganas de llegar, flotando como una promesa de la lengua a tus contornos.
Contornos que miro con devoción y empeño mientras un mástil erige su distancia
escapando de mis manos resbaladizas.
Te he volteado en mis pupilas sin despertarte, me he refugiado como un pez
en las paredes coralinas de tu gruta, abierta a los placeres clandestinos
que entre mis dedos conjuro. Y el mástil ruge, estalla en fuegos artificiales
decorando tus muslos vencidos....
Me refugio en la ruina, quiero respirar,
volverte a voltear para saber que no sueño,
para saber que estoy vivo.
El mástil cae, lentamente,
en mis manos yacen
las huellas de sus suspiros.
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