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por Maestría
Elevas el Mundo sobre las alas del dolor, Oh gaviota de esplendor!
Lejana en tu silencio el vago frenesí tremola en su diamante
y oscuro brava en el sudor de su suelo, en su candor
de rosas friolentas en el albor risueño y destemplado, desafiante!
Hundido en el pez que aclara en tu semblante
Oh diurno pavor de sesgo iluminado! Oh vaga templanza acicalada!
Oh mustio oropel de ruta trepidante
tan solo aliento de bóveda cerrada!
Nocturno vüelo de ánima circunda tu diadema la palabra
escogida en el vestal sonoro de tu rüina iridiscente
cual copia helada de turbia marea diligente
azorada de crepúsculos inmersos, te celebra!
Nomenclatura de tus alas en la nívea aurora celestial
acopia tu silencio oscuro al vendaval
acometido, justo, enhebrado al frenesí de lentas plumas
sobre el acervo de los füegos, de las brumas…!
Rotas sílabas de cándido despliegue, enarbolado
asidos en el müelle de tu brusco mar despïerto
sobre las alas de un horizonte müerto
aleve distancia a tu Sol enamorado…!
Quiebra en su murmullo la tea en su virtud celosa áurea
sobre el doblez la cimitarra de una hundida copla
que la semántica del viento en gloria sopla
semillas de verdor, de iracunda faz aérea…
Y oscila ya en el viento la llamada de tu fragua,
esbelta y nacarada, trémula, doblez de espada
sobre la tea de la luz que el ojo en agua
restaña de su albura su mirada helada…
Azora en su quietud, sin desplomarse la gaviota
del oro de estos diales donde funde la templanza
la inmortal cadencia que reverbera en tu confianza
cuando la urge una explanada de sömbra, lid idiota!
Performa y huye del mar secreta füente,
cadencia murmurada y aliciente,
sobre el reparo que la muerte grávida nos toca
a todos por igual, la misma roca…!
La misma espada en nuestra sien, la misma boca
el mismo sol, la misma estrella iluminada
Todo se asembla en un único conjunto que nos toca
La misma sed, ó la voz misma, desatada…
Gaviota, müere en el aire, sobre nuestras tejas, disconforme!
con el viento de nuestro sol y la pelea en nuestro claustro!
Encerrados en albor, rümiando nuestro encïerro, no vemos el astro
que se perjura en el silencio en amplitud, su Libertad nos forme
para desnudos ó armados desasir de los venenos,
y anclar ó navegar ó concebir los senos
de la vanguardia del Amor y su descalza aurora,
ampliando en la virtud el sollozo de las penas donde mora…!
Asido en noche, y vuelto al mar en calma,
espero en el silencio, la Gaviota de mi alma.
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