Nicolás, un niño que estaba en casa de sus abuelos, había quedado absorto
mirando por la ventana de la habitación de su abuela. Miraba el sol, sosteniendo la tarde brumosa, y salió al patio corriendo a ver a las hormigas…
¡Qué chiquititas eran! Pero iban todas en una dirección, (las que iban para adelante, sin llevar nada), y las que volvían, en cambio, llevaban todas una carga enorme de hojitas muy verdes, en una larga -doble- hilera, que dejó pensando a Nicolás.
¿Y el sol? Estaba como brumoso, atardeciendo ya en su semblante, iluminando todo
en su último resplandor, acercándose al crepúsculo…
Se acordó además, de lo que había dicho la abuela, “que si la luna llevaba un halo brumoso de luz alrededor, significaba que tal vez, llovería…”
Nicolás, aún más serio, recordó lo que decía su abuela, que decía su madre:
“Rosa di matina, mal tiempo si aviccina,
rosa di cera, bon tempo se espera…”
Antes de entrar, se quedó mirando a las luciérnagas, asombrado…
A la mañana siguiente, la abuela y el abuelo, le respondían a Nicolás, muchas preguntas,
mientras el sol acariciaba el rostro de la abuela y el abuelo, iluminando los ojos de su querido nieto...
caminandobajolalluvia
mirando por la ventana de la habitación de su abuela. Miraba el sol, sosteniendo la tarde brumosa, y salió al patio corriendo a ver a las hormigas…
¡Qué chiquititas eran! Pero iban todas en una dirección, (las que iban para adelante, sin llevar nada), y las que volvían, en cambio, llevaban todas una carga enorme de hojitas muy verdes, en una larga -doble- hilera, que dejó pensando a Nicolás.
¿Y el sol? Estaba como brumoso, atardeciendo ya en su semblante, iluminando todo
en su último resplandor, acercándose al crepúsculo…
Se acordó además, de lo que había dicho la abuela, “que si la luna llevaba un halo brumoso de luz alrededor, significaba que tal vez, llovería…”
Nicolás, aún más serio, recordó lo que decía su abuela, que decía su madre:
“Rosa di matina, mal tiempo si aviccina,
rosa di cera, bon tempo se espera…”
Antes de entrar, se quedó mirando a las luciérnagas, asombrado…
A la mañana siguiente, la abuela y el abuelo, le respondían a Nicolás, muchas preguntas,
mientras el sol acariciaba el rostro de la abuela y el abuelo, iluminando los ojos de su querido nieto...
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