A lo que vino
Yo soy hombre,
me acosté con mujeres, me hice hombre,
me acosté con más hombres, fui más hombre
y hoy que a otro hombre busco yo sigo hombre.
No me han mentido las montañas que me dicen vuela,
no me han cambiado las mareas que me dicen huye,
ni los relojes que mordieron mi candor, mi juventud
y mi inocencia con la fiesta de mil noches incendiadas,
no me amedrenta el ojo del prejuicio
ni la torre que controla a quién te abrazas y qué comes,
no me dirige el plan de los que nunca se arriesgaron
ni la mordaza editorial de tantas páginas de historia,
no vengo a reclamar ningún espacio pues lo tengo,
ninguna voz pues ya hablo,
ninguna soledad pues la que tuve me hizo simple.
Me dijo no eres más que lo que ya eres y eso basta,
contigo has de vivir en pleno invierno o en verano,
con manos que besar, con precipicios que te aparten
de toda la ciudad, menos del pan que te alimenta.
No vengo sino a hacer acción de gracias por mis padres,
por mi piel, por mis hermanos, por aquel desconocido
que sin mi nombre averiguar puso una silla allá en su mesa,
o siendo esa niña con la que jugué en las tardes
me abrazó como a quien vino a darle un rumbo entre los astros.
Ninguno llegará ni más allá de sus narices
ni más acá que su razón si no se extiende en pleno vuelo.
Ninguno es hombre aquí si no hace sitio al que lo ampara,
ni humano ya será cuando se escape sin decir a lo que vino.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
24 05 13
Yo soy hombre,
me acosté con mujeres, me hice hombre,
me acosté con más hombres, fui más hombre
y hoy que a otro hombre busco yo sigo hombre.
No me han mentido las montañas que me dicen vuela,
no me han cambiado las mareas que me dicen huye,
ni los relojes que mordieron mi candor, mi juventud
y mi inocencia con la fiesta de mil noches incendiadas,
no me amedrenta el ojo del prejuicio
ni la torre que controla a quién te abrazas y qué comes,
no me dirige el plan de los que nunca se arriesgaron
ni la mordaza editorial de tantas páginas de historia,
no vengo a reclamar ningún espacio pues lo tengo,
ninguna voz pues ya hablo,
ninguna soledad pues la que tuve me hizo simple.
Me dijo no eres más que lo que ya eres y eso basta,
contigo has de vivir en pleno invierno o en verano,
con manos que besar, con precipicios que te aparten
de toda la ciudad, menos del pan que te alimenta.
No vengo sino a hacer acción de gracias por mis padres,
por mi piel, por mis hermanos, por aquel desconocido
que sin mi nombre averiguar puso una silla allá en su mesa,
o siendo esa niña con la que jugué en las tardes
me abrazó como a quien vino a darle un rumbo entre los astros.
Ninguno llegará ni más allá de sus narices
ni más acá que su razón si no se extiende en pleno vuelo.
Ninguno es hombre aquí si no hace sitio al que lo ampara,
ni humano ya será cuando se escape sin decir a lo que vino.
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