Nace descubierto el abanico de lluvia,
por tu sonrisa la siembra cosechó madrigales.
Por tu sonrisa el viento me llevó a tu mirada,
y de tus alas de siembra se vistió mi poesía.
Tu rostro como una esfera de nieve
clamó a la luna su claridad vestida,
canté un himno en la noche
a tus pequeños pasos,
de ti la lluvia hoy se parece a tu nombre.
Vestida única en mi solitario recuerdo
tu nieve resguarda mi pasión soñadora,
y de ti las campanas del alba
hacen visible
el esfuerzo
de nacer en las alas
de la libre espera.
Tu nieve desboca el rostro del crepúsculo.
Eres un beso tibio en el buffet del otoño.
Tus alas
remontan el vacío
de la pasada sombra.
Un cielo de tiza navega en tu canto.
Como una barrera de sal
mi mirada se atormenta y desvanece,
midiendo la sombra
y el doblegar de los álamos al cielo;
tú respiras en la nieve de los bosques
del alba sedienta,
navegando tras las huellas del navío de luto,
y es en sombras que tu proeza se aviva.
Buscando las sombras los haces de luz
procrean el silencio,
desvistes las nubes
y los álabes del sol, radiante
esfinge de soberano abismo,
plenitud rozagante por los caminos de luto
presagia la aurora de tu corazón en sombra.
Huellas que permanecen
en su distancia medidas
hilvanando el silencio
en descubiertas sustancias;
paces el camino de tu caravana de nubes,
descubriendo el aroma del latido del alba.
Impronta de silencio,
mi corazón despierta
y se estrecha en tu cauce
con volador aprecio,
nacen tus alas humildes
que respiran el viento.
La caravana de nieve esgrime sus ruedas
en el sollozo único.
Las hondas divisas de las laderas ausentes
nacen en la cumbre
de su manantial
remoto.
Anhelas la fragua, el hilo, el fuego dorado
biselar el nido de los astros confusos.
Despierta,
tu voz amanece el pasado,
recubre sus alas con olas de angustia,
estrecha su medido cauce,
desvistiendo el alba
de un corazón en fuga.
Comienza la lejana esgrimida lentitud
con que los álamos inundan el silencio,
estrépito tenaz de boca abierta,
la lozana medida de su corazón abierto.
Encuentras en tu voz la paciente soledad,
esquina sin nombre,
vacío resplandor de humareda latiendo,
escapas a mi voz, ojos danzantes sobre
la hierba húmeda,
tierra que gime, y anda, y germina.
Canto que se lleva el abovedado invierno,
paces el augurio de tus vértices, tu nacimiento
solo,
tu ancho sigilo escucha mis pisadas,
abres el ocaso de tu voz serena.
Descubres el aroma de la tarde,
amanecida de silencio en la lentitud de la
mirada,
estremeces la huella que silba y descubre,
navega horizontes bajo el capullo
del alba.
Beso en la mañana
tu cintura de nieve,
esbelto trazo que profana
mi silencio ingrávido.
Alas de buzo,
níveas elocuencias de paloma,
nacen en tus manos
como palabras voladoras.
Tu fragancia es de pino,
sobre mi carpintería fresca,
barnizas sobre mi costado
el ocaso que devuelve al día.
Beso tus alas,
vuelo en ti
naciendo en tu figura;
me remontas en tus labios
como una cenicienta que lava
su perfume,
como un ave taciturna
que desgrana y puebla
en el lago
de tus ojos húmedos.
Labran la noche
y esperan la lozana penumbra de sus alas.
De nuevo el tiempo atesoró sus penas en su abrigo.
Descubres el plano resplandor del ocaso
en tu mirada,
el vértice del plano renueva su hermosura
de gorjeo,
desliza su canto en noche alada,
sustituye los versos del nutrido aroma
que resguarda tu beso.
En la nívea altitud de tu silencio
la humareda de socorro se descubre
en mi desvelo de guitarra,
y tu canto niega el hálito terrestre
que separa la rosa de tu nombre dibujado.
Es casi al alba
el llamado de la noche
justificando su armonía
con una suave plegaria,
en el robado intento
de enamorar aventajados
ápices
del cielo.
Es casi el llamado de la noche
la distancia
que equipara mi voz
con la de aves,
sustituyendo un equinoccio pleno
de silencio
en el cajón que luciérnagas evocan.
Una distancia, entonces
un rubor de plenilunio,
una nodriza en la alcoba de tus alas,
una indebida y uniforme estela
en el manto de la luna,
arremeten con la ciénaga
y quebranto de las olas.
Las estrellas que en tu rostro son espejo
demoran y arrebatan mi cautela,
y en el resguardo eficaz
de tu retrato
luz
a luz
con el sonido de mi sombra
te desvelo.
De tus labios
dio comienzo la mañana
rebozando el rubor que en ti se enjuta,
y prominente el beso de los álamos
cobró en ti
el agua
que desboca mi armadura.
Arremolinas el tiempo con tu pasión de nube,
distando del vuelo de tu sagaz ausencia,
por el cristal de mis ojos, la neblina es el espejo de tus labios
beso tu bruma, tu suspirado latido.
Y he venido desde tan lejos
a pronunciar el viento sobre tus velas oceánicas
a morder tu pecho de algarabía fecunda,
un canasto de ciruelas dulces
besa el ocaso de tu lengua agria.
Y desvisto la nieve que ocupa tu mirada
sobre el soplido del ángel que nace en el niño.
Respondo a la aurora de tu beso de nieve
sobre el ocaso dulce de tu pena sombría.
Mi mano es un espejo en tu mano desnuda,
describes el crepúsculo con tu fuego desnudo,
canta, y en la honda paz de tu ventana dorada
besas el aliento del sol en mis labios de plata.
La paz que enhebra el viento
sobre su cauce dormido
da vueltas en mis alas
como un rodillo de trigo.
Besa el viento las ventanas cerradas,
y silba el cántaro de cobre
sobre la huella del crepúsculo.
Las alas de tu cauce de preludio de nieve
nacen sobre el alba de la primera estrella.
Desborda el oleaje de un navío incierto
su audaz copla de marino errante.
Tu rostro de música cantó dos estrellas
de nívea templanza doloridas,
y vertió la luz que abriga mi alma
como un faro desvistiendo un vendaval.
Boca triste
y tu boca angosta
derriba su horizonte de boca
y la desviste,
sereno cauce
donde mi voz provoca
la vertiente de tu boca.
Boca y ya la luz
del alba
estrecha la cornisa
del áurea de tu boca,
nace de tu boca
el firmamento celeste
y la blancura es nieve
en la sonrisa
de tu boca.
Boca roja,
púrpura llamarada
enloquecida,
reviste de silencio
mi boca angosta,
derribas la pared
que construyes
con tu boca.
Boca
y por fin
tu boca
enhebra los rayos
de luna
que dispersa la distancia
de tu boca.
Y besarte
es un nido
de dos bocas.
Desliz de boca clara,
rosa, crepúsculo,
vertido has tu nieve de silencio.
por tu sonrisa la siembra cosechó madrigales.
Por tu sonrisa el viento me llevó a tu mirada,
y de tus alas de siembra se vistió mi poesía.
Tu rostro como una esfera de nieve
clamó a la luna su claridad vestida,
canté un himno en la noche
a tus pequeños pasos,
de ti la lluvia hoy se parece a tu nombre.
Vestida única en mi solitario recuerdo
tu nieve resguarda mi pasión soñadora,
y de ti las campanas del alba
hacen visible
el esfuerzo
de nacer en las alas
de la libre espera.
Tu nieve desboca el rostro del crepúsculo.
Eres un beso tibio en el buffet del otoño.
Tus alas
remontan el vacío
de la pasada sombra.
Un cielo de tiza navega en tu canto.
Como una barrera de sal
mi mirada se atormenta y desvanece,
midiendo la sombra
y el doblegar de los álamos al cielo;
tú respiras en la nieve de los bosques
del alba sedienta,
navegando tras las huellas del navío de luto,
y es en sombras que tu proeza se aviva.
Buscando las sombras los haces de luz
procrean el silencio,
desvistes las nubes
y los álabes del sol, radiante
esfinge de soberano abismo,
plenitud rozagante por los caminos de luto
presagia la aurora de tu corazón en sombra.
Huellas que permanecen
en su distancia medidas
hilvanando el silencio
en descubiertas sustancias;
paces el camino de tu caravana de nubes,
descubriendo el aroma del latido del alba.
Impronta de silencio,
mi corazón despierta
y se estrecha en tu cauce
con volador aprecio,
nacen tus alas humildes
que respiran el viento.
La caravana de nieve esgrime sus ruedas
en el sollozo único.
Las hondas divisas de las laderas ausentes
nacen en la cumbre
de su manantial
remoto.
Anhelas la fragua, el hilo, el fuego dorado
biselar el nido de los astros confusos.
Despierta,
tu voz amanece el pasado,
recubre sus alas con olas de angustia,
estrecha su medido cauce,
desvistiendo el alba
de un corazón en fuga.
Comienza la lejana esgrimida lentitud
con que los álamos inundan el silencio,
estrépito tenaz de boca abierta,
la lozana medida de su corazón abierto.
Encuentras en tu voz la paciente soledad,
esquina sin nombre,
vacío resplandor de humareda latiendo,
escapas a mi voz, ojos danzantes sobre
la hierba húmeda,
tierra que gime, y anda, y germina.
Canto que se lleva el abovedado invierno,
paces el augurio de tus vértices, tu nacimiento
solo,
tu ancho sigilo escucha mis pisadas,
abres el ocaso de tu voz serena.
Descubres el aroma de la tarde,
amanecida de silencio en la lentitud de la
mirada,
estremeces la huella que silba y descubre,
navega horizontes bajo el capullo
del alba.
Beso en la mañana
tu cintura de nieve,
esbelto trazo que profana
mi silencio ingrávido.
Alas de buzo,
níveas elocuencias de paloma,
nacen en tus manos
como palabras voladoras.
Tu fragancia es de pino,
sobre mi carpintería fresca,
barnizas sobre mi costado
el ocaso que devuelve al día.
Beso tus alas,
vuelo en ti
naciendo en tu figura;
me remontas en tus labios
como una cenicienta que lava
su perfume,
como un ave taciturna
que desgrana y puebla
en el lago
de tus ojos húmedos.
Labran la noche
y esperan la lozana penumbra de sus alas.
De nuevo el tiempo atesoró sus penas en su abrigo.
Descubres el plano resplandor del ocaso
en tu mirada,
el vértice del plano renueva su hermosura
de gorjeo,
desliza su canto en noche alada,
sustituye los versos del nutrido aroma
que resguarda tu beso.
En la nívea altitud de tu silencio
la humareda de socorro se descubre
en mi desvelo de guitarra,
y tu canto niega el hálito terrestre
que separa la rosa de tu nombre dibujado.
Es casi al alba
el llamado de la noche
justificando su armonía
con una suave plegaria,
en el robado intento
de enamorar aventajados
ápices
del cielo.
Es casi el llamado de la noche
la distancia
que equipara mi voz
con la de aves,
sustituyendo un equinoccio pleno
de silencio
en el cajón que luciérnagas evocan.
Una distancia, entonces
un rubor de plenilunio,
una nodriza en la alcoba de tus alas,
una indebida y uniforme estela
en el manto de la luna,
arremeten con la ciénaga
y quebranto de las olas.
Las estrellas que en tu rostro son espejo
demoran y arrebatan mi cautela,
y en el resguardo eficaz
de tu retrato
luz
a luz
con el sonido de mi sombra
te desvelo.
De tus labios
dio comienzo la mañana
rebozando el rubor que en ti se enjuta,
y prominente el beso de los álamos
cobró en ti
el agua
que desboca mi armadura.
Arremolinas el tiempo con tu pasión de nube,
distando del vuelo de tu sagaz ausencia,
por el cristal de mis ojos, la neblina es el espejo de tus labios
beso tu bruma, tu suspirado latido.
Y he venido desde tan lejos
a pronunciar el viento sobre tus velas oceánicas
a morder tu pecho de algarabía fecunda,
un canasto de ciruelas dulces
besa el ocaso de tu lengua agria.
Y desvisto la nieve que ocupa tu mirada
sobre el soplido del ángel que nace en el niño.
Respondo a la aurora de tu beso de nieve
sobre el ocaso dulce de tu pena sombría.
Mi mano es un espejo en tu mano desnuda,
describes el crepúsculo con tu fuego desnudo,
canta, y en la honda paz de tu ventana dorada
besas el aliento del sol en mis labios de plata.
La paz que enhebra el viento
sobre su cauce dormido
da vueltas en mis alas
como un rodillo de trigo.
Besa el viento las ventanas cerradas,
y silba el cántaro de cobre
sobre la huella del crepúsculo.
Las alas de tu cauce de preludio de nieve
nacen sobre el alba de la primera estrella.
Desborda el oleaje de un navío incierto
su audaz copla de marino errante.
Tu rostro de música cantó dos estrellas
de nívea templanza doloridas,
y vertió la luz que abriga mi alma
como un faro desvistiendo un vendaval.
Boca triste
y tu boca angosta
derriba su horizonte de boca
y la desviste,
sereno cauce
donde mi voz provoca
la vertiente de tu boca.
Boca y ya la luz
del alba
estrecha la cornisa
del áurea de tu boca,
nace de tu boca
el firmamento celeste
y la blancura es nieve
en la sonrisa
de tu boca.
Boca roja,
púrpura llamarada
enloquecida,
reviste de silencio
mi boca angosta,
derribas la pared
que construyes
con tu boca.
Boca
y por fin
tu boca
enhebra los rayos
de luna
que dispersa la distancia
de tu boca.
Y besarte
es un nido
de dos bocas.
Desliz de boca clara,
rosa, crepúsculo,
vertido has tu nieve de silencio.
Miér Mar 13, 2024 10:17 pm por caminandobajolalluvia
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