Nuestra unidad

Nuestra unidad

Cantan las ondinas en el glauco territorio
de tus senos, de tus montes, de tus suaves espaldares,
ejemplo es cada abeja de la atracción de tus geranios,
y el pliegue entre tus piernas es un dulce abrevadero.
Cada semilla que en células de sangre
se hace flecha, bajel, estrepitoso quitanieves
corre a su sitio en la estación de nuestro encuentro
y en pleno fuego sacia su ansiedad de hallar el mundo.
Allí ha soñado, allí ha invertido su indesmentible sed eterna.
batalla sin final entre mis besos y tus poros,
es tiempo de vivir dicen las flores de los montes,
el águila maestra en el zarpazo en el conejo,
y hasta el conejo agónico y felpudo ya dejando
atrás la prole en que su lujuria permanece…
Brotan las odas de tus propios pensamientos,
del susurro en que tus huesos se disponen a los míos,
del secreto en la mirada entre horizontes e infinitos,
del paso sin guardar entre mis bosques y tu alfombra.
En serio quiero ver la tempestad que arde en tu pecho,
el limpio cascabel de tus costillas mordisqueadas
por la vida y el ardor, por mis caninos simplemente
y luego lisonjeadas por la caricia de mis olas.

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09 10 12

Bellísimo tu poema, Oscar.
Gracias

Nuevamente agradecido, Delia.-