El egoísmo
Yo que nací en las tierras condenadas
del exquisito sol y la vida alucinante,
donde el tren a Santiago era la única salida
y el mar ese destino que pobló mi soledad de niño leve.
(La cordillera hablaba largamente con la luna
y en el Almendral el cementerio
florida prueba fue de que la paz no es de este mundo).
Yo que me inflé de orgullo cual las piedras,
creyendo ser más que ese río y su torrente,
mas no volé sino al vencer mi helado odio
y en pos de un cielo con palomas para todos.
Yo que aspiré a monarca de la luna
o a turbio embajador de otoños turbulentos,
y apenas di con la estatura de mi sombra
y apenas soy el sostenido de esta pluma.
En fin yo que luché contigo tras la heroica miel de un beso
y vi rodar amores cual el vino de la fiesta,
algo he querido desde siempre susurrarte,
algo he querido para siempre hacer contigo,
no sé si amar, no sé si hablar de amor contigo
o simplemente errar todas las tardes a tu abrazo,
como la piel del horizonte que en pleno mar, desnuda, se hunde,
como la voz que no precisa más que un nombre para hacerse idioma.
Contigo, yo que soy un solitario en los espejos,
que ni reflejo tengo ni sombra en que mirarme,
yo, que soy un hombre errante, en plena cruz me detendría
para en tu sed resucitar y en vez de un yo ser un nosotros.
Entonces yo diré: no es demasiado el egoísmo,
pues, si te encuentro y tú me besas, ya no podría ser el mismo.
20 05 12
Yo que nací en las tierras condenadas
del exquisito sol y la vida alucinante,
donde el tren a Santiago era la única salida
y el mar ese destino que pobló mi soledad de niño leve.
(La cordillera hablaba largamente con la luna
y en el Almendral el cementerio
florida prueba fue de que la paz no es de este mundo).
Yo que me inflé de orgullo cual las piedras,
creyendo ser más que ese río y su torrente,
mas no volé sino al vencer mi helado odio
y en pos de un cielo con palomas para todos.
Yo que aspiré a monarca de la luna
o a turbio embajador de otoños turbulentos,
y apenas di con la estatura de mi sombra
y apenas soy el sostenido de esta pluma.
En fin yo que luché contigo tras la heroica miel de un beso
y vi rodar amores cual el vino de la fiesta,
algo he querido desde siempre susurrarte,
algo he querido para siempre hacer contigo,
no sé si amar, no sé si hablar de amor contigo
o simplemente errar todas las tardes a tu abrazo,
como la piel del horizonte que en pleno mar, desnuda, se hunde,
como la voz que no precisa más que un nombre para hacerse idioma.
Contigo, yo que soy un solitario en los espejos,
que ni reflejo tengo ni sombra en que mirarme,
yo, que soy un hombre errante, en plena cruz me detendría
para en tu sed resucitar y en vez de un yo ser un nosotros.
Entonces yo diré: no es demasiado el egoísmo,
pues, si te encuentro y tú me besas, ya no podría ser el mismo.
20 05 12
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