Décimas de un suicida
Dile a mi Dios que lo quiero,
que no me perdone el salto,
que por mi no haga ni un alto,
que ni que llore yo espero.
No puedo más, no supero
la carga de estar tan solo,
soy responsable, me inmolo
sabiendo que es cobardía,
no quiero más luz del día
sin nadie de polo a polo.
Les pido perdón a aquellos
que me amaron noblemente,
padres, hijos, tanta gente
que iluminó mis cabellos.
Son los recuerdos más bellos
los del beso, los del canto,
los de abrigarse en un manto
dos corazones radiantes,
si fuera el hoy como el antes
yo superara el espanto.
Pero es mayor el cansancio,
la ceguera, la tristeza,
las nubes en mi cabeza,
las lágrimas que aquí escancio.
La vida me huele a rancio,
la noche no tiene luna,
no hay esperanza ninguna
a la que asirme por dentro
y por fuera sólo encuentro
tiniebla y sombra importuna.
Así es que quiero buscar
en otro cielo mi cielo
y acabar así el desvelo
que me ahoga como un mar.
Al alba me han de encontrar,
sonriente tras mi partida,
perdonen mi despedida
sin caricia, sin abrazo,
pero he de romper el lazo
sin que ninguno lo impida.
Finalmente doy las gracias
por lo dulce que me dieron,
por el amor que pusieron
como dique a las desgracias.
No es que se vuelvan falacias,
sólo es semilla que guardo
de mi pecho como un fardo
que aventar hacia otro vuelo,
si alguna queda en el suelo,
sólo les pido un resguardo.
02 04 12
Dile a mi Dios que lo quiero,
que no me perdone el salto,
que por mi no haga ni un alto,
que ni que llore yo espero.
No puedo más, no supero
la carga de estar tan solo,
soy responsable, me inmolo
sabiendo que es cobardía,
no quiero más luz del día
sin nadie de polo a polo.
Les pido perdón a aquellos
que me amaron noblemente,
padres, hijos, tanta gente
que iluminó mis cabellos.
Son los recuerdos más bellos
los del beso, los del canto,
los de abrigarse en un manto
dos corazones radiantes,
si fuera el hoy como el antes
yo superara el espanto.
Pero es mayor el cansancio,
la ceguera, la tristeza,
las nubes en mi cabeza,
las lágrimas que aquí escancio.
La vida me huele a rancio,
la noche no tiene luna,
no hay esperanza ninguna
a la que asirme por dentro
y por fuera sólo encuentro
tiniebla y sombra importuna.
Así es que quiero buscar
en otro cielo mi cielo
y acabar así el desvelo
que me ahoga como un mar.
Al alba me han de encontrar,
sonriente tras mi partida,
perdonen mi despedida
sin caricia, sin abrazo,
pero he de romper el lazo
sin que ninguno lo impida.
Finalmente doy las gracias
por lo dulce que me dieron,
por el amor que pusieron
como dique a las desgracias.
No es que se vuelvan falacias,
sólo es semilla que guardo
de mi pecho como un fardo
que aventar hacia otro vuelo,
si alguna queda en el suelo,
sólo les pido un resguardo.
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