Vuelo de centellas sobre mares distantes
agobia la sal de tu púrpura diadema
solicitando noche entrando entre la gema
tu brillo asolazado de cristal sombrío y penas inquietantes,
la bruma de tu sol es la arena en mi alabastro
cual copia de jazmín tintado con un beso
de sola noche, de efímero regreso
la multitud sombría del pájaro maestro
Que su sola nieve es cauce de silencio
ó solas brumas inquietan en tu nombre
pasiones de hombre en tu voluntad rocío
perlas de juventud en tu llano regreso, cual asombre
el murmullo del hermano hambre de sapiencia
que la lustra gotas del verbo en su elocuencia
entona ágil noche su voluntad perdida
entre sosiegos nombres y ébano despida.
Verso que abruma y vuela, con la connotación de un ángel
que prueba en su virtud la llama de un cincel
que ala entre su huella puliendo su doncel
arroba un llanto nace entre su murmullo de laurel.
Escoplo, dulce aroma su junco de quietud
entre la sílaba descalza ó inquietud
de un lento prisma que anhela juventud
de oros y rubíes entre sombras, su virtud.
Alcanza la noche su vuelo de diadema
crepusculando espirales de naranja y fuego
entre jóvenes banderas infinitas cuya quema
en cielos azules, dista de mi ruego.
Arreaba trunco el desapego de mi frágil nota
las alas del clavel que me derrota
en sobria multitud de beso quedo,
substancia de arenado cántaro desnudo.
Hostil me baña mullido entre sus aguas, brisas
del inmortal revés de sus enaguas lisas
sobre el caudal que vierte su paloma blanca
primor de juventud en tu pupila negra, franca.
Lectura desigual que la misma luz anochece
en tu estandarte feroz cual sola lluvia
entona tus timbales, lejos, rubia
ancla la jovial y estrecha miel que bese.
Maullido tierno en su zagal nocturno
entre su efímero cuerpo lontananza abría
redundo cal que su magnolia mía
en su jardín venera diurnas espadas, cuerno.
Lágrima, hiel que derrota la cintura
de la elocuencia tenaz de mudas gotas
entre so penas deglutiendo las derrotas
de una aurora sollozando la risa de la aurora.
Anega cumbres y volátil pesa
entre el solaz y el brinco de la tarde
cual multitud que yace y que regresa
a la luz nieve que nace en lo que arde.
Dócil y trémolo la multitud de gotas, cauce
derrama en mi virtud la sola nota, ase
de la bondad que un piélago amanece
entre su diurna alcoba y canto que subyace.
Penetrante es el laberinto socavado
entre la mente los ojos y la espuma
del que arremete su flagrante suma
adosando los ladrillos, muro helado.
Y entre su firme vuelo que anochece, cielo es
cardumen en el agua del espíritu, lo ves?
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