Y estamos juntos
Entre la cena, el beso y las buenas noches
se termina otro día con su hazaña
de guerras cotidianas, de registros, de firmas,
de cuentas, pactos, objetivos y promesas.
Vivir en la ciudad del siglo treinta es eso
y mucho más, pero hay a veces un tiempo sin latidos,
una muralla que encierra algunos pasos necesarios,
una carencia que un sólo gesto arreglaría.
No por correr la meta es más cercana,
no por llegar es triunfo alzar los brazos,
algo se queda lejos en la sombra,
algo que es nuestro y pide nuestras manos.
Palabras son, quizá sólo miradas,
un tiempo de encontrarse frente a frente,
de obviar, saltar, dejar el fruto cotidiano
para en el corazón mirar más bien el huerto eterno.
Te invito, nos invito, yo, que frecuentemente
olvido lo que digo, me duermo en los laureles
y paso como tú sin ver mi sombra entre tus dedos.
Vayamos a dormir con ese sueño entre los brazos,
vayamos a marchar con una idea en el camino,
que no todo nos halle como sin saber ni cómo,
ni a quién ni para dónde se destinan nuestras huellas.
Amor quiero pedirte, palabras, oraciones,
en que juntos alcemos las precarias verdades
con las que de ser hombres pasar a ser humanos.
Así las buenas noches no sólo serán buenas,
sino también promesas de un tiempo renovado,
sino también certezas de un cielo compartido,
como cuando despiertas, amor, y estamos juntos.
11 01 12
Entre la cena, el beso y las buenas noches
se termina otro día con su hazaña
de guerras cotidianas, de registros, de firmas,
de cuentas, pactos, objetivos y promesas.
Vivir en la ciudad del siglo treinta es eso
y mucho más, pero hay a veces un tiempo sin latidos,
una muralla que encierra algunos pasos necesarios,
una carencia que un sólo gesto arreglaría.
No por correr la meta es más cercana,
no por llegar es triunfo alzar los brazos,
algo se queda lejos en la sombra,
algo que es nuestro y pide nuestras manos.
Palabras son, quizá sólo miradas,
un tiempo de encontrarse frente a frente,
de obviar, saltar, dejar el fruto cotidiano
para en el corazón mirar más bien el huerto eterno.
Te invito, nos invito, yo, que frecuentemente
olvido lo que digo, me duermo en los laureles
y paso como tú sin ver mi sombra entre tus dedos.
Vayamos a dormir con ese sueño entre los brazos,
vayamos a marchar con una idea en el camino,
que no todo nos halle como sin saber ni cómo,
ni a quién ni para dónde se destinan nuestras huellas.
Amor quiero pedirte, palabras, oraciones,
en que juntos alcemos las precarias verdades
con las que de ser hombres pasar a ser humanos.
Así las buenas noches no sólo serán buenas,
sino también promesas de un tiempo renovado,
sino también certezas de un cielo compartido,
como cuando despiertas, amor, y estamos juntos.
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