Denota el aire del sendero vulnerado
una canción que al alba has escuchado…
Vertiginosas gotas rumiaron la lluvia de mis sueños,
en el latir del remolino, entre tus manos, mis dos dueños.
Santas, por ser tan contagiosas su blancura
y su frescura, albaciturna concordancia
entre las almas de los ángeles, tu espesura
me nombraba, comprometiéndome a vos toda mi ansia.
Si a comparar la horrible sequía de verano
a relacionarse un poco con tu amor
es la sequía de que no llueva el dolor
y que sólo quiero amarte como un novio, un artesano.
Un hermano en el silencio de una rústica figura
cabalgar nato la palabra de la aurora.
Y si tu voz sequía no comparte
el agua de los dos será el arte.
Si puedes a tus ansias no nombrar
y no nombrarme junto al viento,
entonces será mi voz la que pregunte penetrar
los confines del aire y sonetos, lo que siento.
Tal vez la copia del fulgor de tus alas –yo doy fe-
son dos verdaderos ángeles de Dios
quisiera entonces parecer un molino en una efe
que junto a su girar cabalga junto a tus alas y dos Quijotes míos.
Puede el verano decir que es diferente
asir el reverbero de tu nombre saliente.
Se copia su sombra y su menester es luz
ó sobre la pared tu copia es iluminada Cruz.
De tanto se porfía tu retrato
que al parecerme oscuro y ladrón nato
solicito –un bribón- tu dulce compañía
es menester decir que las alas y tu boca también la quiero mía.
Comparte, pues si tu ánimo desiste
lo que tus alas y tu corazón se me resiste.
Pero nunca oscilar lo verdadero,
alas y corazón son tuyas, por entero.
Carente en el extravío de la lluvia,
el porvenir santo en el agua quiere andar
el equinoccio de su pluma danubia.
Sublime quietud, su oriundo despertar.
Por eso no debe afligirte la ausencia del verano
si tú estás presente entre mis brazos,
-yo quisiera- poder tenerte junto a mi mano:
soñar despierto, un ardid de tibios lazos.
Si de doble espiga la cumbre del verano
ensalza lo que no endulzan tus ojos,
abriles tempranos reverberarán despojos
donde el brillo celestial de tus cabellos, artesano
del alba, sueñan noches de luna de Plata
estrellas cabizbajas levantarán el ánimo
oriente y occidente contemplarán beata
juventud en la magnolia que la rosa estimó.
Si a porvenir se derrama el fruto del verano
galante albacea nutrirá la flor de tu mano
que como el viento dócil tu cabello sopla
arando el viento tu longeva copla;
Qué alegría vertiginosa se compara
a tu dócil remanso que la juventud no ara?
Ó más bien dime del verano dulcemente
que mi voz no te alcance sea sólo soñadoramente.
Son jóvenes cauces los que une la madera
como esperar el viento en una playa.
Si tu sombra no caminara detrás de mi aya
la lentitud de tu sonrisa ocultaría la bandera.
Alas y sombra, pez y alba
sólo el graznido de un ave las pescara
pues el silencio de tu ánimo compara
las banderas de la luz, soñando selva.
El bosque en la quietud depositara
la tibia faz de un ánimo silvestre.
Puede el pez soñar verde campestre
y la huida de la flor la Primavera hallara.
Pero si tu voz se circunda en la quietud
única virtud la separara otra virtud
entonces diremos juntos, hasta memoria
recordar podríamos soñarnos, otra historia!
Puede la luna describirme el horizonte
como es con otras flores el jazmín acompañado.
De vulnerar el eco que su sombra cuente
alíense las horas del jazmín apresurado.
Será entonces que en lozana juventud
fragante rosa inmersa resucitará sus garbos
pero aunque la espina conjugue ó siembre senectud
del oro del crepúsculo luna llena plateará tu voz.
Esgrime de las alas dulcemente
el vino de una flor sobre una fuente.
Tal vez los jardines del verano
son sombra lunar de tu mano.
Tibio recato el del verde artesano
copiar vertiginosa sombra de figura,
lentitud lunar fragante rosa puede en vano
abdicar la firme sorpresa de la noche: en tu dulzura.
Polichinela
Si al soñar tus sabios ojos yo me hiriera
adentrándome más en ellos la campana
del soñar me despertara, yo cayera
profundamente enamorado, de una liana
colgaría yo como un suave murmullo
estrellados mis ojos como el cielo,
pero un sombrío trapo amaneciera mi orgullo
pues ya sólo sería muñeco en el anzuelo.
Y no cabría otra explicación
para tus alas y tus manos, yo el polichinela
y tú me enseñarías a mí la educación
como a los pies las huellas siguen una chinela.
Tal es así que al comprender virtud,
mis ojos fueran la solicitud
y ya no habría más en mí de tu poeta
que una tibia y pícara marioneta!
(Pero cuando a la noche te arrodillaras a rezar
contigo ó en mi caja comenzaría a suplicar…)
Última edición por caminandobajolalluvia el Vie Mayo 11, 2012 6:02 am, editado 1 vez
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