Noche triste me acunó desde tu súbito abandono,
es cual sol terrible sin ocaso desde que despierto,
lentamente me va matando, razón que te cuestiono,
me siento yerto y sediento en el sombrío desierto.
Te dijeron que te sigo nombrando en mi canción,
nadie sabe que al despertar te buscan mis manos
y me doy cuenta que no volver ya es tu decisión,
entonces mi sol se apaga, con los llantos vanos.
Al saber que ya no sientes amor, sufre mi pecho,
es cuando naufraga mi anhelo en triste desvarío,
late por ti mi corazón ya casi rendido y desecho,
en llama la esperanza arde en mi cielo tan vacío.
Sé cuando me enamoré y no sé cuándo olvidarte,
a veces pregunto si realmente estuviste a mi lado,
en el vacío te busco y no te hallo en ninguna parte,
el silencio me grita, no ves que estás abandonado.
Te nombro en mis versos pero sin decir tu nombre,
en mi noche poética te acuno y veo tu vaga sombra,
hablar a tu fantasma en mí se ha hecho costumbre,
la aparición de tu silueta femenil ya no me asombra.
De mis suspiros en la penumbra solo Dios es testigo
y que respiro la esencia de tu cuerpo en mi soledad,
ahora te pienso en verano y te necesito como abrigo.
Solamente el amor que me diste es mi única verdad.
Autor: Alcibíades Noceda Medina
es cual sol terrible sin ocaso desde que despierto,
lentamente me va matando, razón que te cuestiono,
me siento yerto y sediento en el sombrío desierto.
Te dijeron que te sigo nombrando en mi canción,
nadie sabe que al despertar te buscan mis manos
y me doy cuenta que no volver ya es tu decisión,
entonces mi sol se apaga, con los llantos vanos.
Al saber que ya no sientes amor, sufre mi pecho,
es cuando naufraga mi anhelo en triste desvarío,
late por ti mi corazón ya casi rendido y desecho,
en llama la esperanza arde en mi cielo tan vacío.
Sé cuando me enamoré y no sé cuándo olvidarte,
a veces pregunto si realmente estuviste a mi lado,
en el vacío te busco y no te hallo en ninguna parte,
el silencio me grita, no ves que estás abandonado.
Te nombro en mis versos pero sin decir tu nombre,
en mi noche poética te acuno y veo tu vaga sombra,
hablar a tu fantasma en mí se ha hecho costumbre,
la aparición de tu silueta femenil ya no me asombra.
De mis suspiros en la penumbra solo Dios es testigo
y que respiro la esencia de tu cuerpo en mi soledad,
ahora te pienso en verano y te necesito como abrigo.
Solamente el amor que me diste es mi única verdad.
Autor: Alcibíades Noceda Medina
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