Un horizonte y un Pérez
Ay, horizonte, no alcanzo
a amarte como te debo,
bajo mis costras te llevo,
con mis torpezas te alcanzo,
Perdona cuando me canso,
cuando este mundo me encierra,
la vida la veo perra
por lo que tiene de injusta,
perdona si en esta justa
la vista pierdo en la tierra.
Y corro y me doy a gritos
por encontrar el sendero,
primavera es lo que quiero
con sus frutos infinitos.
Contigo no hay más delitos
que toda ventana abrir,
la del sueño y del vivir,
la del canto y la alegría,
la del beso y se herejía,
que desnuda este latir.
Ay, horizonte, te espero
por noches, cielos y calles,
no quiero entrar en detalles
bien sabes que por ti muero.
Contigo crecer sugiero,
me apoyan lluvias y flores,
contigo ver los amores
convertidos en buen fruto,
y en nuestra fe un estatuto
de empeño por ser mejores.
Y con nosotros la gente
que lucha, que canta, que ama,
que nunca apagó la llama
de la verdad refulgente.
Esa que en el pecho asiente
al amor bien repartido,
a la flor en cada nido,
al ave en cada jardín
y al beso en nuestro confín
en dos bocas detenido.
Así pues solos no estamos,
nadie lo está ni en la ausencia,
ni en el yerro ni en dolencia
de espinas en viejos ramos.
Menos nosotros, que vamos
construyendo cada día,
con puños y poesía,
la unidad de nuestros seres,
un horizonte y un Pérez
que se unen en la utopía.
27 08 11
Ay, horizonte, no alcanzo
a amarte como te debo,
bajo mis costras te llevo,
con mis torpezas te alcanzo,
Perdona cuando me canso,
cuando este mundo me encierra,
la vida la veo perra
por lo que tiene de injusta,
perdona si en esta justa
la vista pierdo en la tierra.
Y corro y me doy a gritos
por encontrar el sendero,
primavera es lo que quiero
con sus frutos infinitos.
Contigo no hay más delitos
que toda ventana abrir,
la del sueño y del vivir,
la del canto y la alegría,
la del beso y se herejía,
que desnuda este latir.
Ay, horizonte, te espero
por noches, cielos y calles,
no quiero entrar en detalles
bien sabes que por ti muero.
Contigo crecer sugiero,
me apoyan lluvias y flores,
contigo ver los amores
convertidos en buen fruto,
y en nuestra fe un estatuto
de empeño por ser mejores.
Y con nosotros la gente
que lucha, que canta, que ama,
que nunca apagó la llama
de la verdad refulgente.
Esa que en el pecho asiente
al amor bien repartido,
a la flor en cada nido,
al ave en cada jardín
y al beso en nuestro confín
en dos bocas detenido.
Así pues solos no estamos,
nadie lo está ni en la ausencia,
ni en el yerro ni en dolencia
de espinas en viejos ramos.
Menos nosotros, que vamos
construyendo cada día,
con puños y poesía,
la unidad de nuestros seres,
un horizonte y un Pérez
que se unen en la utopía.
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