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por Musa que avecinas tu sonrisa en el efluvio de tu tempestad bienamada
y contorneas tu pulsera de sol en el agravio de tu juventud lozana,
descubre Oh Musa la sapiencia de la luna
y con el tacto de tu cristal de plata pronuncia los vértigos que se llevan tus soles
arrinconando espasmos de viento hacia la soledad de la luz.
Musa que avecinas en tu cintura, el manantial que es la frescura a mi arrebato
y en el silencio
clama tu púrpura belleza
la rosa única
de tu galana cordura y labios de encendido mineral y acompasada súplica.
Musa que enciendes la sapiencia de la sal entretejida en los fascículos,
y entre las hojas no decaen únicos latidos, sopesando el beso frío
de tu calmo despertar.
Entre las hojas nieva tu presencia disminuida un instante quieto
a la masculinidad de aquellos árboles sedientos de tu pecho,
donde la luna sabe bien encandilar los secretos de tu espacio,
tras tu ventana de agua, y sólido fuego de un crepúsculo deseado.
Tus besos son,
a la distancia
de tu mejilla
como una flor de
jazmín
capullo
de verano
cuando
en
tus labios,
el rocío
tañe
la esbeltez
de un único sigilo
y desventurada noche.
Clama tu doncel, a la épica damisela que resguarda la premura
de un velamen de belleza, recibido por el placer del viento cálido
tu águila en penumbra
espera soles.
Llama el atardecer peñascos diluidos en los mares sedientos
de tu garganta única
como la soledad de los navíos
y fuertes rasgos de plenitud
en el silencio de los mares
que cantan a los versos
tu suave gratitud
y sigiloso claro,
en la esbelta parsimonia de tu figura de nieve acalorada
embaído mi ojo por tu perfección.
Minerva de sombra, y mojada en la lluvia
aclaras en el Sol,
y luces la marea de tu recipiente de holgura
taciturno navío de sola gema
esperando el ocaso.
Mojada de lluvia, tus destilados ojos
que aún en el cristal
pudieran descifrar vagas ignorancias
descubren en tu sosiego
como a través
del agua mineral
la claridad de tu belleza
que enmudece la sombra y pernocta en las luces
aclarando más el sueño y el desvelado astro
que gime en tus entrañas.
Rosa,
destilado licor,
embriágame!
Naturaleza de sol, y constancia de Luna,
embarga mis latidos
en una única frialdad:
la de tu boca.
y contorneas tu pulsera de sol en el agravio de tu juventud lozana,
descubre Oh Musa la sapiencia de la luna
y con el tacto de tu cristal de plata pronuncia los vértigos que se llevan tus soles
arrinconando espasmos de viento hacia la soledad de la luz.
Musa que avecinas en tu cintura, el manantial que es la frescura a mi arrebato
y en el silencio
clama tu púrpura belleza
la rosa única
de tu galana cordura y labios de encendido mineral y acompasada súplica.
Musa que enciendes la sapiencia de la sal entretejida en los fascículos,
y entre las hojas no decaen únicos latidos, sopesando el beso frío
de tu calmo despertar.
Entre las hojas nieva tu presencia disminuida un instante quieto
a la masculinidad de aquellos árboles sedientos de tu pecho,
donde la luna sabe bien encandilar los secretos de tu espacio,
tras tu ventana de agua, y sólido fuego de un crepúsculo deseado.
Tus besos son,
a la distancia
de tu mejilla
como una flor de
jazmín
capullo
de verano
cuando
en
tus labios,
el rocío
tañe
la esbeltez
de un único sigilo
y desventurada noche.
Clama tu doncel, a la épica damisela que resguarda la premura
de un velamen de belleza, recibido por el placer del viento cálido
tu águila en penumbra
espera soles.
Llama el atardecer peñascos diluidos en los mares sedientos
de tu garganta única
como la soledad de los navíos
y fuertes rasgos de plenitud
en el silencio de los mares
que cantan a los versos
tu suave gratitud
y sigiloso claro,
en la esbelta parsimonia de tu figura de nieve acalorada
embaído mi ojo por tu perfección.
Minerva de sombra, y mojada en la lluvia
aclaras en el Sol,
y luces la marea de tu recipiente de holgura
taciturno navío de sola gema
esperando el ocaso.
Mojada de lluvia, tus destilados ojos
que aún en el cristal
pudieran descifrar vagas ignorancias
descubren en tu sosiego
como a través
del agua mineral
la claridad de tu belleza
que enmudece la sombra y pernocta en las luces
aclarando más el sueño y el desvelado astro
que gime en tus entrañas.
Rosa,
destilado licor,
embriágame!
Naturaleza de sol, y constancia de Luna,
embarga mis latidos
en una única frialdad:
la de tu boca.
» Déjame unir mi mano con la tuya...
» Tu rostro...
» Memoria de tu luz, cuerpo bohemio...
» Mi ciudad
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