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por Canción que procura el Paraíso
de un nocturno clavel de mi desvelo
en el resguardo salaz del terciopelo
que sueña con ahínco entre tu rizo,
y sofrena la mirada entre las hierbas
mudando sombras de verano en la diadema
cual loca seña de plegaria de minervas
que acaudala la dulzura de tu gema.
Monarquía de Verano en parsimonia
que el verano sólo ciega en la maleza,
del caudal que impropia mi riqueza
a sola voz que sucumbe tu memoria.
Arría el velo de tu lecho enamorado
cual sol agrava la dulzura de tus piernas
que en la nieve de mi corazón apasionado
tus suaves pasos encrespan aguas tiernas.
Del frenesí de tus gotas, tus cabellos
süaves, sedosos, me nutren bellos,
al abismo que la seda de tu espalda
es virtud a la elocuencia de tu falda.
Cual süaves lunas iluminan a tus pies
recorro ameno la dulzura de tu boca
que en el horizonte de tu sílaba trastoca
caudal de risas, tus labios carmesíes.
Mientras recorro la mirada de la Aurora
junto a tu tea, que resguardas en la mano
enclavas tu silencio soberano
como doncella que ilumina y atesora.
Mi nieve oprime tus labios, dulcemente
y oro tan terso no se va tan fácilmente,
esgrima de tus piernas procelosas
acaudalan en mi centro alas celosas.
Y la lucha de dos amantes quiere vida
de la que antes de admirar se pierde
en tus ojos que serenamente ida
alías en mi mente cautiverio que arde.
Y se embaten en la lucha nuestros cuerpos
cual dos peces que en la noche se solazan
y el caudal de su Luna plata abrazan
a despecho de sus horizontes crespos.
Piernas, muslos, pies y tus caderas
acompasan en tu pecho las praderas.
de un nocturno clavel de mi desvelo
en el resguardo salaz del terciopelo
que sueña con ahínco entre tu rizo,
y sofrena la mirada entre las hierbas
mudando sombras de verano en la diadema
cual loca seña de plegaria de minervas
que acaudala la dulzura de tu gema.
Monarquía de Verano en parsimonia
que el verano sólo ciega en la maleza,
del caudal que impropia mi riqueza
a sola voz que sucumbe tu memoria.
Arría el velo de tu lecho enamorado
cual sol agrava la dulzura de tus piernas
que en la nieve de mi corazón apasionado
tus suaves pasos encrespan aguas tiernas.
Del frenesí de tus gotas, tus cabellos
süaves, sedosos, me nutren bellos,
al abismo que la seda de tu espalda
es virtud a la elocuencia de tu falda.
Cual süaves lunas iluminan a tus pies
recorro ameno la dulzura de tu boca
que en el horizonte de tu sílaba trastoca
caudal de risas, tus labios carmesíes.
Mientras recorro la mirada de la Aurora
junto a tu tea, que resguardas en la mano
enclavas tu silencio soberano
como doncella que ilumina y atesora.
Mi nieve oprime tus labios, dulcemente
y oro tan terso no se va tan fácilmente,
esgrima de tus piernas procelosas
acaudalan en mi centro alas celosas.
Y la lucha de dos amantes quiere vida
de la que antes de admirar se pierde
en tus ojos que serenamente ida
alías en mi mente cautiverio que arde.
Y se embaten en la lucha nuestros cuerpos
cual dos peces que en la noche se solazan
y el caudal de su Luna plata abrazan
a despecho de sus horizontes crespos.
Piernas, muslos, pies y tus caderas
acompasan en tu pecho las praderas.
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