Incesante bodas de pájaros, bajo la nube de cristal
lluvia, eco sombrío de ángeles y sombras
despertar de frías llamaradas y ecos del vestal
que sobre tu rostro, lágrimas asombras
la luz de la mañana, hasta la melodía del azar
que sobre el ala desigual del trofeo del mar
encumbra silenciosa palabra y piedra que al besar
tu sombra, escoge la misma bruma ¡Qué dócil es amar!
Pinos arquean la noche, y el despertar acelerado
desvelado por tu cálida sorpresa en la cuna de la noche
y el soñar tus ojos es la elocuencia del pasado
que abraza la soledad de un mediodía abismado en el derroche…
Música, albedrío de palabras, el oleaje no cede
en mis momentos, en mi barca a naufragar entre tus brazos
porque la figura del alba es tu sonrisa: quede
despierto en tus ojos el mar que no me encuentra entre tus besos…
Y silba la lluvia que despeja mis latidos
como álamos cruciales en el légamo de un sofrenado abismo
que la llama de la noche incendia en cofre de sí mismo
y espero, la noche espera, los latidos de mi corazón, huidos...
Y en la sombra el bosquejar de mi silencio es la palabra del alba
que se sostiene entre la bruma de un cálido despertar ciego
del que el silencio abate la penumbra, cuando encuentro la selva
de un admirar de tu sosiego…
Y quema en mi abrazo la luna que incandescente, me nombra
para no despertar, entre los cielos de un alba que me encuentra
sin sueño, roto, en la marea de un dulce aroma, sombra
que late en el suspiro de mis huellas, el desliz que penetra
entre la flagrante epifanía de un abismo
que no encuentra pasión entre la alborada
y se dispersa, y canta el fragor del despertar consigo mismo
y admite, mi alma enamorada
Que la lluvia lava las tristezas que llevaba
y el horizonte desnuda el cuerpo que el sol asaba
en el claustro, mi mitad escribe sobre mi mente
y desnudas las quejas no se van tan fácilmente
de mi hombro no nacen nuevas amapolas
el vuelo se termina donde cae la noche
y la luna al despertar, la blancura de las olas
pide a mis labios que bese el rubor que en los cielos luche!
Mi excitación de ave murmurada excede la promesa
de mis raíces en la tierra, donde se quedan mis alas
y la ceniza de los días me imparte su secreto mientras vuelas
hacia la cumbre más lejana, y llevas la presa
que mis ojos nevaron al atardecer con tu mirada
será que la noche te encuentra perfumada
como la gloria misma, enciende su fuego
la tierra me encierra y no despego
Hasta que la aurora se levanta en tus ojos de paloma
y la torcaza que eres me libera
hasta momentos donde el sauce quiera
levar su único suspiro cuando la noche toma
alas en la canción que evade sus últimos minutos
y se asombra su destierro entre mariposas y lutos
que esparcen oro en la noche ciega
y púrpuras remansos donde mi alma despega
Ya, entre noches y palomas
y entre espumas que vencen espumas
frías olas del viento serán mi alborada
y en los ojos de la noche, mis alas son el prisma
que descubre caleidoscopios de sal enamorada
entre el oro y el rubí, y la mar contigo misma
Y llegaré del ocaso dulce como el pan de salvado
a probar tus labios en el confín enamorado
Al final, tus labios sellan lo que antaño
probaba dulce el mar, sin ti era daño.
lluvia, eco sombrío de ángeles y sombras
despertar de frías llamaradas y ecos del vestal
que sobre tu rostro, lágrimas asombras
la luz de la mañana, hasta la melodía del azar
que sobre el ala desigual del trofeo del mar
encumbra silenciosa palabra y piedra que al besar
tu sombra, escoge la misma bruma ¡Qué dócil es amar!
Pinos arquean la noche, y el despertar acelerado
desvelado por tu cálida sorpresa en la cuna de la noche
y el soñar tus ojos es la elocuencia del pasado
que abraza la soledad de un mediodía abismado en el derroche…
Música, albedrío de palabras, el oleaje no cede
en mis momentos, en mi barca a naufragar entre tus brazos
porque la figura del alba es tu sonrisa: quede
despierto en tus ojos el mar que no me encuentra entre tus besos…
Y silba la lluvia que despeja mis latidos
como álamos cruciales en el légamo de un sofrenado abismo
que la llama de la noche incendia en cofre de sí mismo
y espero, la noche espera, los latidos de mi corazón, huidos...
Y en la sombra el bosquejar de mi silencio es la palabra del alba
que se sostiene entre la bruma de un cálido despertar ciego
del que el silencio abate la penumbra, cuando encuentro la selva
de un admirar de tu sosiego…
Y quema en mi abrazo la luna que incandescente, me nombra
para no despertar, entre los cielos de un alba que me encuentra
sin sueño, roto, en la marea de un dulce aroma, sombra
que late en el suspiro de mis huellas, el desliz que penetra
entre la flagrante epifanía de un abismo
que no encuentra pasión entre la alborada
y se dispersa, y canta el fragor del despertar consigo mismo
y admite, mi alma enamorada
Que la lluvia lava las tristezas que llevaba
y el horizonte desnuda el cuerpo que el sol asaba
en el claustro, mi mitad escribe sobre mi mente
y desnudas las quejas no se van tan fácilmente
de mi hombro no nacen nuevas amapolas
el vuelo se termina donde cae la noche
y la luna al despertar, la blancura de las olas
pide a mis labios que bese el rubor que en los cielos luche!
Mi excitación de ave murmurada excede la promesa
de mis raíces en la tierra, donde se quedan mis alas
y la ceniza de los días me imparte su secreto mientras vuelas
hacia la cumbre más lejana, y llevas la presa
que mis ojos nevaron al atardecer con tu mirada
será que la noche te encuentra perfumada
como la gloria misma, enciende su fuego
la tierra me encierra y no despego
Hasta que la aurora se levanta en tus ojos de paloma
y la torcaza que eres me libera
hasta momentos donde el sauce quiera
levar su único suspiro cuando la noche toma
alas en la canción que evade sus últimos minutos
y se asombra su destierro entre mariposas y lutos
que esparcen oro en la noche ciega
y púrpuras remansos donde mi alma despega
Ya, entre noches y palomas
y entre espumas que vencen espumas
frías olas del viento serán mi alborada
y en los ojos de la noche, mis alas son el prisma
que descubre caleidoscopios de sal enamorada
entre el oro y el rubí, y la mar contigo misma
Y llegaré del ocaso dulce como el pan de salvado
a probar tus labios en el confín enamorado
Al final, tus labios sellan lo que antaño
probaba dulce el mar, sin ti era daño.
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