Cenicienta la Revolucionaria
Los padres de Cenicienta de la Cruz habían hecho todo lo posible por procurarle a su única hija una educación ejemplar. No les importó empeñar las escrituras de la casa, las joyas de la familia, y hasta llegar a vender a Vergüenza, la vaca lechera y a Honor, el puerco navideño reservado para dicha fiesta. No escatimaron esfuerzo alguno con tal de que su hijita Cenicienta tuviera la oportunidad de educarse en la mejor universidad del país. El gasto y las deudas adquiridas fueron enormes. Pronto, los arreglos necesarios fueron hechos y finalmente la tía Teodora se ocuparía de darle domicilio en la capital, y facilitarle la ayuda correspondiente. La familia se sentía exaltada y muy llena de orgullo. "No te metas en problemas y termina la carrera, hija. Acuérdate el esfuerzo que estamos haciendo por ti,"Dijo don Carlos antes de despedirse.
Después de un par de semestres ya en la universidad, Cenicienta fue sobresaliendo de sus demás compañeros por su mente brillante y dedicación a las disertaciones. Se ganó el respeto de todos sus maestros y con frecuencia era solicitada por sus compañeros de curso para corregirles algún trabajo escolar. Cuando se hablaba en la Facultad de Derechos de la Universidad Nacional de El Salvador acerca de los nuevos abogados de la nación, el nombre de Cenicienta siempre salía a relucir, y se le pronosticaban muchos éxitos en su vida académica, tanto como en su vida personal. En ocasiones, el profesor de ciencias jurídicas la dejaba impartir la clase, muy seguro de que ella siempre acertaba con su juicio y aplicación. Siguió así por cinco largos años. Mientras que su familia seguía estancada en deudas y sacrificios con la futura esperanza de que su hija no pasaría las misma situación que ellos atravesaban.
Al transcurrir del tiempo, algo extraño comenzó a suceder en el mundo interno de Ceni de la Cruz. Para ese entonces se agudizaron los problemas sociales del país y las manifestaciones de sindicatos de maestros y de trabajadores de la salud que protestaban por los bajos salarios y los recortes de empleo sin previo aviso, se volvieron pan de cada día. Fue de esta manera como las teorías de Karl Marx empezaron a aparecer en el currículum de la universidad y ésta a su vez se tornó en un centro de concientización social. No tardó mucho tiempo en que Cenicienta se sintiera seducida por esta corriente, y con ayuda de su novio, el "comandante 3," se unió al BPR (Bloque Popular Revolucionario). La guerra civil de El Salvador finalmente detonó, y los muertos y desaparecidos comenzaron a aumentar con vertiginosidad de metralla y plomo.
Maestros, estudiantes, campesinos, miembros de sindicatos y muchos otros inocentes, se volvieron presas fáciles de las fuerzas castrenses del ejército de la derecha. Las escuelas y universidades fueron cerradas abruptamente y a punta de cañón. A Cenicienta le ofrecieron una beca para irse a estudiar al extranjero, pero ella aconsejada por su novio guerrillero, quien no tenia ni la mínima idea de la magnitud del problema que se avecinaba, declinó la oferta para unirse a la lucha clandestina, para volverse revolucionaria.
Lo más triste del caso era que así como Cenicienta había sido seducida por maestros expertos que saben la vulnerabilidad e idealismo de la juventud, especialistas en el lavado cerebro, así mismo muchos talentos e intelectos jóvenes, fueron embarcados en ese viaje sin retorno, privando al país de ese alto capital social. Pues era una etapa de experimento revolucionario. Nada se les explicaba a los miembros (guerrilleros) acerca de geopolítica, política global, economía internacional, las teorias de Maquiavelo, el Arte de la Guerra, o cualquier otra cosa que no fuese los intereses de la cúpula de mando. Ignorando completamente el sentido histórico del momento y la trayectoria revolucionaria salvadoreña. Los muertos seguían aumentando. Y los comandantes guerrilleros dirigían desde le exilio sanos y salvos, bien comidos y gordinflones esperando regresar al país triunfantes sin disparar una bala o sin arriesgar sus pellejos.
Un día, mientras los padres de Cenicienta visitaban el pueblo, descubrieron que su hija había sido capturada en un enfrentamiento armado. La foto de ella junto a otros ‘compas' apareció en la portada del diario nacional. La noticia mató a doña Juana, la madre, de un ataque al corazón. Meses más tarde, los arrendadores del préstamo con el cual se pagaba el estudio de Ceni, hacían que don Carlos desocupara la vivienda por incumplimiento de pagos, dejándolo en la calle. Meses mas tarde acompañó a su mujer en el cementerio.
No obstante, en una celda recóndita se escuchaba un lamento, "Por qué Dios mío me has castigado," decía Cenicienta de la Cruz.
"Me han violado estos desalmados. Me han torturado e introducido objetos en la vagina. Me han golpeado y desfigurado el cuerpo. Me han hecho lo que han querido sin antes ver a un juez que dicte sentencia. Aquí estoy en este calabozo clandestino y húmedo, en esta trinchera infernal, atada de pies y manos, sucia con mi propio excremento y orín. Con hambre y sed. A mi novio lo han despellejado vivo frente a mis ojos y lo he visto morir llorando como a un niño ibérico. Nadie sabe donde estoy ni que final tendré. Seré un héroe sin reconocimiento, una victima más. ¡Perdónenme padres por haberlos defraudado! Si tan solo hubiera seguido estudiando y hubiese terminado mi carrera como me aconsejó mi padre aquel día, otro gallo estuviera cantando. Si tan solo no le hubiese puesto atención a las palabras de amor de aquel profesor Español, Jesuita; de mi amado "comandante 3," tal vez ya fuera Abogada. Si tan solo las teorías de Marx me hubieran advertido de estos peligros y como resistir este dolor que invade mi alma."
De pronto no se escuchó más nada y la guerra clamó otra victima.
Los padres de Cenicienta de la Cruz habían hecho todo lo posible por procurarle a su única hija una educación ejemplar. No les importó empeñar las escrituras de la casa, las joyas de la familia, y hasta llegar a vender a Vergüenza, la vaca lechera y a Honor, el puerco navideño reservado para dicha fiesta. No escatimaron esfuerzo alguno con tal de que su hijita Cenicienta tuviera la oportunidad de educarse en la mejor universidad del país. El gasto y las deudas adquiridas fueron enormes. Pronto, los arreglos necesarios fueron hechos y finalmente la tía Teodora se ocuparía de darle domicilio en la capital, y facilitarle la ayuda correspondiente. La familia se sentía exaltada y muy llena de orgullo. "No te metas en problemas y termina la carrera, hija. Acuérdate el esfuerzo que estamos haciendo por ti,"Dijo don Carlos antes de despedirse.
Después de un par de semestres ya en la universidad, Cenicienta fue sobresaliendo de sus demás compañeros por su mente brillante y dedicación a las disertaciones. Se ganó el respeto de todos sus maestros y con frecuencia era solicitada por sus compañeros de curso para corregirles algún trabajo escolar. Cuando se hablaba en la Facultad de Derechos de la Universidad Nacional de El Salvador acerca de los nuevos abogados de la nación, el nombre de Cenicienta siempre salía a relucir, y se le pronosticaban muchos éxitos en su vida académica, tanto como en su vida personal. En ocasiones, el profesor de ciencias jurídicas la dejaba impartir la clase, muy seguro de que ella siempre acertaba con su juicio y aplicación. Siguió así por cinco largos años. Mientras que su familia seguía estancada en deudas y sacrificios con la futura esperanza de que su hija no pasaría las misma situación que ellos atravesaban.
Al transcurrir del tiempo, algo extraño comenzó a suceder en el mundo interno de Ceni de la Cruz. Para ese entonces se agudizaron los problemas sociales del país y las manifestaciones de sindicatos de maestros y de trabajadores de la salud que protestaban por los bajos salarios y los recortes de empleo sin previo aviso, se volvieron pan de cada día. Fue de esta manera como las teorías de Karl Marx empezaron a aparecer en el currículum de la universidad y ésta a su vez se tornó en un centro de concientización social. No tardó mucho tiempo en que Cenicienta se sintiera seducida por esta corriente, y con ayuda de su novio, el "comandante 3," se unió al BPR (Bloque Popular Revolucionario). La guerra civil de El Salvador finalmente detonó, y los muertos y desaparecidos comenzaron a aumentar con vertiginosidad de metralla y plomo.
Maestros, estudiantes, campesinos, miembros de sindicatos y muchos otros inocentes, se volvieron presas fáciles de las fuerzas castrenses del ejército de la derecha. Las escuelas y universidades fueron cerradas abruptamente y a punta de cañón. A Cenicienta le ofrecieron una beca para irse a estudiar al extranjero, pero ella aconsejada por su novio guerrillero, quien no tenia ni la mínima idea de la magnitud del problema que se avecinaba, declinó la oferta para unirse a la lucha clandestina, para volverse revolucionaria.
Lo más triste del caso era que así como Cenicienta había sido seducida por maestros expertos que saben la vulnerabilidad e idealismo de la juventud, especialistas en el lavado cerebro, así mismo muchos talentos e intelectos jóvenes, fueron embarcados en ese viaje sin retorno, privando al país de ese alto capital social. Pues era una etapa de experimento revolucionario. Nada se les explicaba a los miembros (guerrilleros) acerca de geopolítica, política global, economía internacional, las teorias de Maquiavelo, el Arte de la Guerra, o cualquier otra cosa que no fuese los intereses de la cúpula de mando. Ignorando completamente el sentido histórico del momento y la trayectoria revolucionaria salvadoreña. Los muertos seguían aumentando. Y los comandantes guerrilleros dirigían desde le exilio sanos y salvos, bien comidos y gordinflones esperando regresar al país triunfantes sin disparar una bala o sin arriesgar sus pellejos.
Un día, mientras los padres de Cenicienta visitaban el pueblo, descubrieron que su hija había sido capturada en un enfrentamiento armado. La foto de ella junto a otros ‘compas' apareció en la portada del diario nacional. La noticia mató a doña Juana, la madre, de un ataque al corazón. Meses más tarde, los arrendadores del préstamo con el cual se pagaba el estudio de Ceni, hacían que don Carlos desocupara la vivienda por incumplimiento de pagos, dejándolo en la calle. Meses mas tarde acompañó a su mujer en el cementerio.
No obstante, en una celda recóndita se escuchaba un lamento, "Por qué Dios mío me has castigado," decía Cenicienta de la Cruz.
"Me han violado estos desalmados. Me han torturado e introducido objetos en la vagina. Me han golpeado y desfigurado el cuerpo. Me han hecho lo que han querido sin antes ver a un juez que dicte sentencia. Aquí estoy en este calabozo clandestino y húmedo, en esta trinchera infernal, atada de pies y manos, sucia con mi propio excremento y orín. Con hambre y sed. A mi novio lo han despellejado vivo frente a mis ojos y lo he visto morir llorando como a un niño ibérico. Nadie sabe donde estoy ni que final tendré. Seré un héroe sin reconocimiento, una victima más. ¡Perdónenme padres por haberlos defraudado! Si tan solo hubiera seguido estudiando y hubiese terminado mi carrera como me aconsejó mi padre aquel día, otro gallo estuviera cantando. Si tan solo no le hubiese puesto atención a las palabras de amor de aquel profesor Español, Jesuita; de mi amado "comandante 3," tal vez ya fuera Abogada. Si tan solo las teorías de Marx me hubieran advertido de estos peligros y como resistir este dolor que invade mi alma."
De pronto no se escuchó más nada y la guerra clamó otra victima.
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