Tú no eres una musa,
no me has convencido del todo aún
no puedo ver el desfile de colores en tu piel muerta que no aluza
no danzas al compás del trino de canarios,
ni al unísono de las rimas dulces
vaya, eres la grisácea tortura de quien descubre su nombre en el espejo del obituario
y ahora lo mira como la sentencia de un reflejo fúnebre.
Alguien que lleva acabo como fe máxima que
cada día debe de llevar un diferente peinado a la calle cual dogma filosófico,
no puede ser una musa
pues el patiño solo puede pensar en caer y levantarse
para el siguiente golpe, no sabiendo que lo más importante
que debe llevar alguien tan indefenso del decir
alguien tan ajeno del verso, es eso: un diccionario.
No, no te puedo visualizar de tal forma,
pues no entiendo el sollozo de tu pecho
cuando no puedes resistir
toda una fiesta en pie,
consciente y limpia
-¿qué tan malo difícil puede ser eso?
No creo que alguien pueda serlo
si antepone todo el pulcro glamur que irradia el decir:
“¿Te miro cuando te beba…
… o simplemente me limito a pensar?”
como si no supieras que también existe
el contemplar un ocaso,
sin necesidad del sexo oral.
Yo siempre he pensado en ti como algo hermoso,
que cuidaré y amaré hasta que muera,
o hasta que sepa que no es así
hasta que acepte que te entretengo de cerca,
pues algún día quiero saber que se siente el matar a alguien
a quemarropa y sin tedio, tal vez nada más por ese morbo.
Te he visto encendida por el calor de mis frases
más nunca culminas en ruborizante orgasmo
pues terminas preguntándome qué significa el alarde.
¿Cómo puedes ser una musa, si no entiendes todo lo que es para mí morir en las cuartillas?
¿Cómo puedes ser mi musa, si todo el tiempo quieres que mi tinta sea clara, y mi alma tu sangre?
¿Qué no sabes que me duelen todos los arranques que haces de caprichosa a intolerable niña?
¿Qué no te alcanza la piedad minora de perdonarme, aunque sea tan solo por esta Luna?
Tú no conoces lo que es amarte
sin necesidad de exigir que tú lo hagas
no existe más ofensa que gritar
a cada momento si tengo algo para ti
cuando el poeta escribe es una muerte más,
muere un sueño, un delirio
es una excelente coartada la tuya el exigir estrofas a cada día,
pues así puedes nutrirte de la idea corpórea
que nunca podrá concebir en tan lindo cuerpo,
y es que eres demasiado hermosa para ser una musa, una musa mía
y puede ser muy fastidioso entender lo que pregono,
cuando en tus andanzas otros conjugan el verbo en tu piel
sin dejar ni siquiera propina
sin preguntarte si quiera el nombre
sin llevarte por lo menos al altar.
Yo tampoco puedo decir que soy un gran poeta,
pues según sé ¡no tengo flores en mi casa!
sin contar que más de la mitad de la poesía erótica que te he escrito,
se entrelaza y comprenden mil actos ilegales penalizados
por la justicia,
la moral,
la religión,
desde la casa de la vecina loca y chismosa
hasta la junta episcopal,
sin olvidar que lo sentencia La Real Academia de la Lengua Española
por eso es que yo no te exijo ser mi musa,
aunque tu orgullo quiera cegarme de las demás letras,
de los demás idiomas, colores y costumbres
de todas las del vecindario sin algo de por medio, pues ningún lazo nos une.
Una musa no tiene vanidad además,
es inmaculada prudencia
una musa no pregunta si sus uñas postizas son perfectas
pues a una mujer no le admiro los utensilios que invocan al ornato cual fugaz acento
¡qué agnomento! la pasarela diaria en un centro, o plaza comercial,
enfatizando el egocentrismo callejero con piropos porcinos de primavera-verano,
pues lo único postizo que puede tener una mujer así… es la identidad.
Me otorgas motivos suficientes por los cuales adorarte,
pero pesares aparentes del por qué no debiera,
pues sé que te mides a la frívola apología
del agacharse para sentirte, del cabizbajo querer
es todo lo que puede reptar tu caprichoso signo astral
en una más de sus rabietas humanas de otoño- invierno
de los corruptos berrinches envergados de chantajes y besos cálidos,
eso no es de una dama, y de una musa... mucho menos.
Al final yo no quería que fueras mí musa,
solo deseaba que me tejieras la idea diaria
acerca de cualquier parte de tú cuerpo,
porque no es como que el verte quitándote la trusa de hace tres días
sea un motivo para un épico soneto
yo solo quería el poema espontáneo
sin necesidad de recluirme en un a prisión
sin necesidad de volver a sentirme como;
flor enjaulada… o pájaro enraizado
Tú no puedes ser una musa,
porque por lo que dice la poesía
las musas son paisajes
y tú a contra luz
eres la muerte misma.
Nadie pudo haberte llamado nunca antes musa,
pues de seguro les devorabas el habla
con toda tu hambre
con todo tu sexo
a mil por semana
de ahí el problema
de que no te preguntaran el nombre…
No pudieron haberte confundido con una musa antes
pues ninguno de los que estuvieron después de mí
sabía leer, hablar, mucho menos distinguir
entre la noche y un montón de papel higiénico usado
pues eran flojos de profesión, además de los mejores en volcar hamacas
su más fiel sitio de trabajo, pues son zánganos
por eso de ellos no pudo haber salido la bendición como tal.
No es posible que lo hayas sido en alguna otra vida
pues las musas entienden de música.
Tú no eres una musa
porque yo no soy un buen escritor,
y no se alardea de mi tutela
pues no glorifico que mi mano izquierda tenga un don,
¡porque no lo tiene! no hace sonar a belleza los crímenes
poniéndole pétalos al egocentrismo
y lágrimas amatistas al abuso
sino más bien ha deletreado que para todo el mundo eres lo más grande,
lo más perfecto, lo más difícil pero que
tiene un truco para provocar un someter
de esas palabras mágicas que hacen a cualquiera acceder,
de esa pronunciación que yo jamás podré tararear
por eso no, jamás, jamás una musa, jamás serás una musa.
Tú no eres una musa
porque yo no soy humano,
solo el esperpento de alguien que creía que solo eras especial para mí,
ignorando los tratos distinguidos que otorgas a los transeúntes bellos.
Tú no eres una musa
porque a la tormenta no le da la gana,
porque no eres su cómplice.
Tú no eres una musa,
porque esa pecaminosa forma
de sostener el cigarrillo no deja nada a la imaginación
pues fumas como si de verdad felaras tan bien, como si eso hubiese sido tu invención
y maldición ¡que sí lo haces y que sí creo que es cosa tuya!
Tú no eres una musa
porque yo no sé nada
de cuidar cultivos.
Tú no eres una musa
porque yo soy demasiado idiota
para darme cuenta
y distinguir a una de cualquier otra
que no sea lo viceversa –otra cualquiera.
Tú no eres una musa
por el simple hecho
de que no quieres.
Y entonando al aire
tú no tienes muchos defectos
de hecho
casi ninguno
solo el más importante…
Tú no eres una Musa… porque no sabes volar.
no me has convencido del todo aún
no puedo ver el desfile de colores en tu piel muerta que no aluza
no danzas al compás del trino de canarios,
ni al unísono de las rimas dulces
vaya, eres la grisácea tortura de quien descubre su nombre en el espejo del obituario
y ahora lo mira como la sentencia de un reflejo fúnebre.
Alguien que lleva acabo como fe máxima que
cada día debe de llevar un diferente peinado a la calle cual dogma filosófico,
no puede ser una musa
pues el patiño solo puede pensar en caer y levantarse
para el siguiente golpe, no sabiendo que lo más importante
que debe llevar alguien tan indefenso del decir
alguien tan ajeno del verso, es eso: un diccionario.
No, no te puedo visualizar de tal forma,
pues no entiendo el sollozo de tu pecho
cuando no puedes resistir
toda una fiesta en pie,
consciente y limpia
-¿qué tan malo difícil puede ser eso?
No creo que alguien pueda serlo
si antepone todo el pulcro glamur que irradia el decir:
“¿Te miro cuando te beba…
… o simplemente me limito a pensar?”
como si no supieras que también existe
el contemplar un ocaso,
sin necesidad del sexo oral.
Yo siempre he pensado en ti como algo hermoso,
que cuidaré y amaré hasta que muera,
o hasta que sepa que no es así
hasta que acepte que te entretengo de cerca,
pues algún día quiero saber que se siente el matar a alguien
a quemarropa y sin tedio, tal vez nada más por ese morbo.
Te he visto encendida por el calor de mis frases
más nunca culminas en ruborizante orgasmo
pues terminas preguntándome qué significa el alarde.
¿Cómo puedes ser una musa, si no entiendes todo lo que es para mí morir en las cuartillas?
¿Cómo puedes ser mi musa, si todo el tiempo quieres que mi tinta sea clara, y mi alma tu sangre?
¿Qué no sabes que me duelen todos los arranques que haces de caprichosa a intolerable niña?
¿Qué no te alcanza la piedad minora de perdonarme, aunque sea tan solo por esta Luna?
Tú no conoces lo que es amarte
sin necesidad de exigir que tú lo hagas
no existe más ofensa que gritar
a cada momento si tengo algo para ti
cuando el poeta escribe es una muerte más,
muere un sueño, un delirio
es una excelente coartada la tuya el exigir estrofas a cada día,
pues así puedes nutrirte de la idea corpórea
que nunca podrá concebir en tan lindo cuerpo,
y es que eres demasiado hermosa para ser una musa, una musa mía
y puede ser muy fastidioso entender lo que pregono,
cuando en tus andanzas otros conjugan el verbo en tu piel
sin dejar ni siquiera propina
sin preguntarte si quiera el nombre
sin llevarte por lo menos al altar.
Yo tampoco puedo decir que soy un gran poeta,
pues según sé ¡no tengo flores en mi casa!
sin contar que más de la mitad de la poesía erótica que te he escrito,
se entrelaza y comprenden mil actos ilegales penalizados
por la justicia,
la moral,
la religión,
desde la casa de la vecina loca y chismosa
hasta la junta episcopal,
sin olvidar que lo sentencia La Real Academia de la Lengua Española
por eso es que yo no te exijo ser mi musa,
aunque tu orgullo quiera cegarme de las demás letras,
de los demás idiomas, colores y costumbres
de todas las del vecindario sin algo de por medio, pues ningún lazo nos une.
Una musa no tiene vanidad además,
es inmaculada prudencia
una musa no pregunta si sus uñas postizas son perfectas
pues a una mujer no le admiro los utensilios que invocan al ornato cual fugaz acento
¡qué agnomento! la pasarela diaria en un centro, o plaza comercial,
enfatizando el egocentrismo callejero con piropos porcinos de primavera-verano,
pues lo único postizo que puede tener una mujer así… es la identidad.
Me otorgas motivos suficientes por los cuales adorarte,
pero pesares aparentes del por qué no debiera,
pues sé que te mides a la frívola apología
del agacharse para sentirte, del cabizbajo querer
es todo lo que puede reptar tu caprichoso signo astral
en una más de sus rabietas humanas de otoño- invierno
de los corruptos berrinches envergados de chantajes y besos cálidos,
eso no es de una dama, y de una musa... mucho menos.
Al final yo no quería que fueras mí musa,
solo deseaba que me tejieras la idea diaria
acerca de cualquier parte de tú cuerpo,
porque no es como que el verte quitándote la trusa de hace tres días
sea un motivo para un épico soneto
yo solo quería el poema espontáneo
sin necesidad de recluirme en un a prisión
sin necesidad de volver a sentirme como;
flor enjaulada… o pájaro enraizado
Tú no puedes ser una musa,
porque por lo que dice la poesía
las musas son paisajes
y tú a contra luz
eres la muerte misma.
Nadie pudo haberte llamado nunca antes musa,
pues de seguro les devorabas el habla
con toda tu hambre
con todo tu sexo
a mil por semana
de ahí el problema
de que no te preguntaran el nombre…
No pudieron haberte confundido con una musa antes
pues ninguno de los que estuvieron después de mí
sabía leer, hablar, mucho menos distinguir
entre la noche y un montón de papel higiénico usado
pues eran flojos de profesión, además de los mejores en volcar hamacas
su más fiel sitio de trabajo, pues son zánganos
por eso de ellos no pudo haber salido la bendición como tal.
No es posible que lo hayas sido en alguna otra vida
pues las musas entienden de música.
Tú no eres una musa
porque yo no soy un buen escritor,
y no se alardea de mi tutela
pues no glorifico que mi mano izquierda tenga un don,
¡porque no lo tiene! no hace sonar a belleza los crímenes
poniéndole pétalos al egocentrismo
y lágrimas amatistas al abuso
sino más bien ha deletreado que para todo el mundo eres lo más grande,
lo más perfecto, lo más difícil pero que
tiene un truco para provocar un someter
de esas palabras mágicas que hacen a cualquiera acceder,
de esa pronunciación que yo jamás podré tararear
por eso no, jamás, jamás una musa, jamás serás una musa.
Tú no eres una musa
porque yo no soy humano,
solo el esperpento de alguien que creía que solo eras especial para mí,
ignorando los tratos distinguidos que otorgas a los transeúntes bellos.
Tú no eres una musa
porque a la tormenta no le da la gana,
porque no eres su cómplice.
Tú no eres una musa,
porque esa pecaminosa forma
de sostener el cigarrillo no deja nada a la imaginación
pues fumas como si de verdad felaras tan bien, como si eso hubiese sido tu invención
y maldición ¡que sí lo haces y que sí creo que es cosa tuya!
Tú no eres una musa
porque yo no sé nada
de cuidar cultivos.
Tú no eres una musa
porque yo soy demasiado idiota
para darme cuenta
y distinguir a una de cualquier otra
que no sea lo viceversa –otra cualquiera.
Tú no eres una musa
por el simple hecho
de que no quieres.
Y entonando al aire
tú no tienes muchos defectos
de hecho
casi ninguno
solo el más importante…
Tú no eres una Musa… porque no sabes volar.
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