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por Baluarte de mi mirada es el resplandor de tu sonrisa
que en el ciego regazo de fortuna es el regreso
a tu lado, amor, como caudaloso es el enviado de tu beso
cual húmedo cerezo, en la cumbre de la prisa.
Allega un llanto primoroso de alegría
la consumada estría de mi voz en tu mandato,
que la luz de tus ojos cede en ironía
la distancia a mis labios donde en tu boca abato.
Llanera de la noche, es impropio el haz de la marea
que recata de la sombra la voluble brisa
que en el resplandor de tu sonrisa
aclara más la voz y abre las alas cuando lea:
“Impropios ademanes de luz en el hartazgo
mineral de ver bajar los astros de tus ojos”
Es a la gallarda luna la nieve del hallazgo
que acierta con caprichos, ceder ante despojos.
Doble valía del monumento que no cede
sombra al árbol, distinguido en su grandeza
que el opaco mineral en sus espaldas puede
agigantar la rosa que besa tu belleza.
Labios ó crueldad de tu hermosura
en tu rostro la nieve de su encanto
me hará dormir y callar pluma entretanto,
y al despertar, a mi regreso, tu boca me clausura.
Nieve en el alba, asombra más la tea
de tu fulgor redil humano, púrpura sea.
que en el ciego regazo de fortuna es el regreso
a tu lado, amor, como caudaloso es el enviado de tu beso
cual húmedo cerezo, en la cumbre de la prisa.
Allega un llanto primoroso de alegría
la consumada estría de mi voz en tu mandato,
que la luz de tus ojos cede en ironía
la distancia a mis labios donde en tu boca abato.
Llanera de la noche, es impropio el haz de la marea
que recata de la sombra la voluble brisa
que en el resplandor de tu sonrisa
aclara más la voz y abre las alas cuando lea:
“Impropios ademanes de luz en el hartazgo
mineral de ver bajar los astros de tus ojos”
Es a la gallarda luna la nieve del hallazgo
que acierta con caprichos, ceder ante despojos.
Doble valía del monumento que no cede
sombra al árbol, distinguido en su grandeza
que el opaco mineral en sus espaldas puede
agigantar la rosa que besa tu belleza.
Labios ó crueldad de tu hermosura
en tu rostro la nieve de su encanto
me hará dormir y callar pluma entretanto,
y al despertar, a mi regreso, tu boca me clausura.
Nieve en el alba, asombra más la tea
de tu fulgor redil humano, púrpura sea.
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