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por Solaz, desde temprano al alba
captura efímera, sonriente a toda prisa,
el fulgor que incita un crisantemo que devuelva
su mirada por el furor que se desliza
hasta que llueva la calma que se adentra entre el murmullo
cual sólida batalla las caléndulas, los cardos
cual sutil verano en las arenas donde suyo
es el aroma de las flores y los dardos
que entre el polen levanta la azalea la mirada
hasta vestir en el aliento la palabra perfumada
y entre flores y centellas, su guirnalda primavera
puente era, su asomo en la maleza, afuera
del patio desplegado entre tus besos
cual crepúsculo quemando los cerezos
y pintadas de cisnes de fuego enredaderas
sobre el ala que púrpura me amaba, y escaleras.
Pude verte, si así no lo quiso aquél verano
entre sombras y jazmines de tu mano
cuando alabas voces tiernas que me escuchan
entre sueños compartidos noches luchan,
y febriles del otoño la mirada del poeta
que se esconde frenética y despierta
gime en su verano, alerta
la vereda de estupor, vaga saeta.
Minerales ocios y aljibes compartidos
entre plumas del verano y frutas y del goce
que eslabones en las alas encadenas los suspiros
y las sílabas se inundan cuando tu mirada roce.
Escoplos del verano entretejen su sigilo
cual almendro entre la gema del verano
azúcar lleva oro, maíz y un artesano
esboce de su savia, cuando ella bebe tilo.
Acentuando las palabras y las ocres bellezas
que deidades a mi asombro eran
mis alas y mi voz no siempre Primaveran
entre el cauce y el dolor, horadan, mientras besas.
Y al conjunto de la noche, despierto en su verano
la mirada desigual de su memoria cana
cuando umbría y ferviente contagia de su hermano
la mirada que sopesa el verde que ella emana.
Despertar, aún sin su vientre de paloma
negrura al alba es, nitidez que no perfuma.
captura efímera, sonriente a toda prisa,
el fulgor que incita un crisantemo que devuelva
su mirada por el furor que se desliza
hasta que llueva la calma que se adentra entre el murmullo
cual sólida batalla las caléndulas, los cardos
cual sutil verano en las arenas donde suyo
es el aroma de las flores y los dardos
que entre el polen levanta la azalea la mirada
hasta vestir en el aliento la palabra perfumada
y entre flores y centellas, su guirnalda primavera
puente era, su asomo en la maleza, afuera
del patio desplegado entre tus besos
cual crepúsculo quemando los cerezos
y pintadas de cisnes de fuego enredaderas
sobre el ala que púrpura me amaba, y escaleras.
Pude verte, si así no lo quiso aquél verano
entre sombras y jazmines de tu mano
cuando alabas voces tiernas que me escuchan
entre sueños compartidos noches luchan,
y febriles del otoño la mirada del poeta
que se esconde frenética y despierta
gime en su verano, alerta
la vereda de estupor, vaga saeta.
Minerales ocios y aljibes compartidos
entre plumas del verano y frutas y del goce
que eslabones en las alas encadenas los suspiros
y las sílabas se inundan cuando tu mirada roce.
Escoplos del verano entretejen su sigilo
cual almendro entre la gema del verano
azúcar lleva oro, maíz y un artesano
esboce de su savia, cuando ella bebe tilo.
Acentuando las palabras y las ocres bellezas
que deidades a mi asombro eran
mis alas y mi voz no siempre Primaveran
entre el cauce y el dolor, horadan, mientras besas.
Y al conjunto de la noche, despierto en su verano
la mirada desigual de su memoria cana
cuando umbría y ferviente contagia de su hermano
la mirada que sopesa el verde que ella emana.
Despertar, aún sin su vientre de paloma
negrura al alba es, nitidez que no perfuma.
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