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por Al admirar de tu verano las simples rosas
que en tus mejillas hace el viento suspirar
embeleso es a tu mano las mimosas
coplas verdes del calendario de tu andar…
Puede más que el invierno su silencio encomendar
a mi cielo la palabra de tu suave admirar.
Voces tiernas en la bruma del suspiro de tus labios
hacen miel caliginosa al brillar tus ojos sabios…
Puede un eco murmurar la doncella que es el fruto
de un suave despertar, adormecido atributo
que el jolgorio del verano era
el paso de tu suave Primavera…
Dádiva que el tiempo inclina en su elemento
como un sueño la ostenta en su silueta
la sombra que al murmurar tu aliento
suspira tu boca discreta…
Vacías quedan mis manos y mi cuerpo, las llamadas
de un fresco chopo de silencios y de brumas
que en las alas de tu cuerpo aire consumas
al tierno estertor de vagas llamaradas.
El ocaso es el silencio de las olas que en un día
aliabas las espumas de una promesa de esperanza
hasta que el viento vuele, las alas de confianza
y el viento las desvele, hasta el cielo amanecía…
Vagas cinturas de tu cuerpo en la mudanza
de la sola senectud de amplios resplandores
en la pieza que devana las paredes y colores
que se esparcen en tu espalda y se suman en la danza
de ésta sólida ternura con un beso
ausente en la copia de tu mano
la doncella de labios de cerezo
que admira la sombra del Verano.
Alas y cielos encumbrados
tropel de oro tus labios enamorados.
que en tus mejillas hace el viento suspirar
embeleso es a tu mano las mimosas
coplas verdes del calendario de tu andar…
Puede más que el invierno su silencio encomendar
a mi cielo la palabra de tu suave admirar.
Voces tiernas en la bruma del suspiro de tus labios
hacen miel caliginosa al brillar tus ojos sabios…
Puede un eco murmurar la doncella que es el fruto
de un suave despertar, adormecido atributo
que el jolgorio del verano era
el paso de tu suave Primavera…
Dádiva que el tiempo inclina en su elemento
como un sueño la ostenta en su silueta
la sombra que al murmurar tu aliento
suspira tu boca discreta…
Vacías quedan mis manos y mi cuerpo, las llamadas
de un fresco chopo de silencios y de brumas
que en las alas de tu cuerpo aire consumas
al tierno estertor de vagas llamaradas.
El ocaso es el silencio de las olas que en un día
aliabas las espumas de una promesa de esperanza
hasta que el viento vuele, las alas de confianza
y el viento las desvele, hasta el cielo amanecía…
Vagas cinturas de tu cuerpo en la mudanza
de la sola senectud de amplios resplandores
en la pieza que devana las paredes y colores
que se esparcen en tu espalda y se suman en la danza
de ésta sólida ternura con un beso
ausente en la copia de tu mano
la doncella de labios de cerezo
que admira la sombra del Verano.
Alas y cielos encumbrados
tropel de oro tus labios enamorados.
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